Políticos encumbrados
**Vientos a su favor
**Paraíso terrenal
ESCALERAS: ¡Bendito el Ser Superior que a las familias de los políticos encumbrados le va bien!
La esposa, los hijos, los hermanos, los tíos, los primos, los amigos, los compañeros de clases y de trabajo, los socios, los aliados, los cómplices y a una que otra barbie (la barbie en turno, por ejemplo) suelen usufructuar el paraíso terrenal por seis años consecutivos.
En el caso de la presidencia de la república y las gubernaturas.
Cuatro años en el caso de los alcaldes.
Luis Velázquez
Y tres años tratándose de los diputados locales y federales.
PASAMANOS: Se trata de una costumbre, una cultura, un hábito, un privilegio, una deferencia, incluso, memorable y citable. Pero más todavía, bíblica.
Desde Grecia y Roma, por ejemplo, las familias de los políticos cien por ciento intocadas e intocables.
Y como siempre ha ocurrido en la historia del poder público, las manos bien afiladitas y pulidas “para meterlas al cajón y ordeñar la vaca”.
Más, mucho más, cuando se está consciente que todo familiar del jefe político en turno es intocable.
Además de un buen karma y mejor fario, la policía, por ejemplo, lista para intimidar, acosar, reprimir a quienes, osados y temerarios, reprochen a un pariente del político la insólita y extraordinaria circunstancia de vida en escalada.
CORREDORES: Durante seis años, las mieles del poder económico y social para los parientitos.
Uno, una plaza burocrática. Dos, un cargo público por ahí y como estrategia, con bajo perfil para evitar, digamos, habladurías innecesarias como aplicara Lázaro Cárdenas del Río con algunos miembros de su familia cuando gobernó Michoacán y fue presidente de la república.
Dos, negocios lícitos e ilícitos (más, mucho más ilícitos) a la sombra del poder.
Tres, la creación de empresas fantasmas.
Cuatro, “aviadurías” que como asesores políticos del jefazazo y a quienes el vulgo popular llamaba “Los 15-30” en el siglo pasado porque únicamente aparecían en la oficina los dos días de pago al mes.
BALCONES: Cinco, becas a los hijos para estudiar en el extranjero.
Seis, asignados automóviles a la familia y de paso, comisionados uno o dos policías, escoltas, guardaespaldas para los padres y los hermanos y los sobrinos… por si las dudas los malandros intentan un secuestro, una desaparición, una extorsión, un asesinado y una fosa clandestina.
PASILLOS: Seis, viajes de placer y asueto en el otro extremo del mundo. Desde avión hasta en un crucero turístico.
Todo, claro, con cargo al erario estatal.
Siete, varias tarjetas de crédito para los familiares más cercanos, digamos.
Y subvencionados por la secretaría de Finanzas y Planeación y con cargo al presupuesto público.
Obvio.
Ocho, la compra de una casita, mejor dicho, una mansión para los hermanos.
Y una casita con alberca y dos y tres trabajadoras domésticas permanentes y sufragadas por el erario.
Y de varios automóviles a la puerta.
VENTANAS: Por eso, en el mercado popular está de moda la siguiente frasecita bíblica: “Si un hermano, un amigo, llegan al poder político te sacas el Premio Mayor de la Lotería Nacional”.
Y/o el premio mayor del Melate.
¡Bendito el chamán! ¡Aleluya, aleluya!
Claro, los familiares beneficiados han de estar siempre vigilantes para nunca dejar huellas, rastros, pistas, porque si el sucesor en la silla embrujada del palacio es un enemigo, un adversario, entonces, lloverá estiércol de la tierra al cielo.
Más porque está claro que jamás Dios, el Ser Superior, “castiga el pecado, sino el escándalo”.
Y con todos los cuidados posibles, porque en la vecindad de los familiares del político todos saben y conocen el tráfico de influencias para “ordeñar la vaca” sexenal.