el presidente en turno, nunca, jamás, han usufructuado.

PASAMANOS: Dos: También garantizó que gobernaría para todos, sin excepción.
Y, bueno, AMLO ha pasado encaramado en el púlpito religioso, político y social disparando su Magnum y R-15 en contra de los críticos, entre otros, los periodistas Carlos Loret de Mola, Ciro Gómez Leyva, Raymundo Riva Palacio, Enrique Krauze y Héctor Aguilar Camín.
Tres: La presidenta electa también juró y perjuró que garantizaría la libertad, la libertad de expresión y la libertad para manifestarse y que, además, están consideradas en la Constitución General de la República.
Con todo y que una cosita y hecho es que significan una garantía constitucional, y otra, mil, dos mil, tres mil años luz de distancia sean respetadas por cada jefe del Poder Ejecutivo federal (y estatales).

CORREDORES: Los tres postulados anteriores significan el respeto total y absoluto a las minorías.
Más, cuando y como en el Congreso federal, MORENA, el partido guinda y marrón de la presidenta electa, será mayoría.
Y más, cuando la mayoría de gobernadores del país militan en Morena.
De ser así, entonces, la presidenta electa irá de gane, pues una realidad es que “los mexicanos tenemos que ser libres de poder expresarnos”, sin que seamos “criticados con severidad, ni ser blancos de una calumnia, un insulto o estar en la mira del crimen organizado” (Enrique Krauze).

BALCONES: Con todo, está clara “la cruda verdad”.
Uno, es el candidato presidencial.
Otro, el candidato presidencial victorioso en las urnas.
Otro, el presidente de la república en el primer día, el primer semestre, incluso, el primer año.
Pero en el viaje de seis años, las circunstancias suelen cambiar y actuarse de una manera cien por ciento diferente en la vida pública.
Ahora sí, como dicen en el rancho Cantarranas, “la moneda está dando vueltas”.

PASILLOS: Esperar la concordia, la paz y la armonía de la presidenta electa en una nación tan lastimada por el obradorismo se antoja la octava maravilla del mundo.
Más, porque desde hace cinco años y ocho meses miles de familias (padres, hijos, hermanos, tíos, primos, abuelos, etcétera) están fragmentados.
Unos, con AMLO, el presidente. Otros, en contra.
Incluso, familias completas peleadas “a muerte” por López Obrador.
Y el presidente del “Amaos los unos a los otros”, tan campante y con su risita burlona, consciente de tener el 63 (sesenta y tres) por ciento de la simpatía y la empatía ciudadana.
Ya se sabe, los Campesinos sembrando la tierra. Los ninis. Las madres solteras. Los ancianos, cobrando su bequita bimensual de seis mil pesos y que luego del dos de junio ha empezado a caerles de nuevo en su cuentita bancaria.

VENTANAS: Las fisuras familiares, sociales, económicas, sicológicas y políticas son demasiado grandes.
Casi casi cráteres lunares.
Y si la presidenta electa apuesta a la concordia se trata, a primera vista, de enterrar durante los próximos seis años la discordia como eje central de ejercer el poder y gobernar.
Y con un López Obrador tan rijoso y bélico significaría soñar con tumbar de un puntapié el vagón de un ferrocarril.