Y sueñan con un país sin “pobreza y con las mejores oportunidades para todos”, mientras en Estados Unidos hay treinta millones de paisanos como migrantes, la mayoría huyendo de la miseria y la jodidez de la llamada “república amorosa y humanística” por el otro soñador, Andrés Manuel López Obrador.

PASAMANOS: Y sueñan, quizá el peor sueño de todos, con un país “sin violencia ni criminalidad”.
Se ignora si la Conferencia del Episcopado mexicano, CEN, llamando (ajajá) a “la construcción de la unidad nacional” (ojo, mucho ojo, AMLO), habrá fumado mota y de la mala y en el viaje esotérico de la droga barata decidieron la convocatoria social.
Más cuando subrayan que “con el favor de Dios”, la patria soñada por los ministros de Dios será posible.
Y que, caray, insólito, inverosímil, Jesucristo anduvo en la tierra en el otro extremo del mundo clamando justicia social para todos y soñando con un mundo con igualdad económica y social y fue crucificado en el Gólgota y hasta la fecha, el mundo está mucho peor.

CORREDORES: El Episcopado cimenta su legítimo sueño luego del proceso electoral y en donde “tirios y troyanos” festinan esa cosita esotérica llamada democracia electoral.
Ahora, la iglesia sueña con la democracia anexa y conexa.
Por ejemplo, la democracia económica para que los trabajadores tengan y conserven un empleo digno, pagado con justicia laboral y con la posibilidad de mejorar y enaltecer la calidad de vida de la familia.
Democracia social para lograr la igualdad en el desarrollo humano y todos los seres humanos sin excepción estén dichosos y felices con la chamba y su crecimiento.

BALCONES: Democracia educativa para, primero, enseñar a leer y escribir a los millones de mexicanos analfabetas.
Y segundo, mejorar como en las grandes ligas la educación primaria, secundaria, de bachillerato y de la universidad.
Democracia en materia de salud, para que sin rollos ni chorizos de una calidad de salud tipo Dinamarca, mejore y con dignidad en los hospitales públicos y privados.
Democracia en seguridad para vivir sin sobresaltos cada día y noche a diferencia un país ensangrentado con secuestros, desapariciones, asesinatos y fosas clandestinas.

PASILLOS: Y democracia en la procuración de justicia para que nadie, ningún ciudadano, ninguna familia, ningún pueblo, ninguna ONG, ningún Colectivo integrados con padres con hijos y parientes plagiados y desaparecidos se la pase mendigando justicia, única y sencillamente, justicia, a la Fiscalía General de la República y a las Fiscalías de cada entidad federativas.
Pero, bueno, el Episcopado festina el “ejemplo de civilidad democrática del dos de junio”.
Y al mismo tiempo soslaya, omite, ignora, que nunca, jamás, podrá existir democracia electoral sin la democracia económica, educativa, de salud, seguridad, justicia y desarrollo humano.
El Episcopado le hace, parece hacerlo, “al monje loco”.

VENTANAS: Los ministros de Dios llaman en el comunicado a “construir la unidad nacional”.
Pero, caray, son tan diplomáticos creyendo “que al buen entededor pocas palabras” que en ningún momento de ocupan de AMLO, el presidente, con el rafagueo diario, “constante y sonante” desde “La mañanera” en contra de los opositores, adversarios, enemigos y críticos.
¡Ay, tantas veces se ha escuchado el gran pendiente de “la desigualdad social y económica y la pobreza” que en el caso del Episcopado parece demagogia pura, ramplona, barata y demagógica!