Y vaya sorpresota…

PASAMANOS: Resulta que las parejas hombres de los hombres ganan menos, mucho menos incluso, debido a su condición sexual.
En tanto, las parejas mujeres de las mujeres perciben un mejor salario.
La regla se reproduce tanto en el salario fijo en jornadas laborales de ocho horas diarias o más que en el pago por honorarios.
La conclusión de la CONASAMI es que los prejuicios laborales, pero más aún, raciales, caen y recaen sobre los hombres de la comunidad sexual.
En tanto, dice la CONASAMI, para las mujeres hay “una discriminación positiva” pues perciben mejores ingresos laborales.

CORREDORES: En el caso de las mujeres lesbio, una ventaja laboral, dice la secretaría del Trabajo y Previsión Social federal, es “la menor probabilidad de maternidad” aun cuando en el terreno de los hechos sucede que adoptan un hijo.
Con todo, el reporte es que pueden “destinar más horas al trabajo remunerado”.
Es más, seguir estudiando. Buscando mejores oportunidades. Cursando un posgrado.
Y tolerantes cien por ciento en la flexibilidad laboral.
¡Pobrecitos, entonces, de los hombres gay que además sufren y padecen las injusticias laborales!

BALCONES: Digamos que la situación laboral de los hombres gay marca un parteaguas para, entre otras cositas y hechos, quizá disminuir, acotar, limitar, el famoso machismo, los hombres que se han creído y sentido dueños del mundo y jefes máximos de la vida femenina.
Peor aún, llegar, como en el estado de Veracruz, al liderazgo nacional en feminicidios.
Ahora, todo parece, el machismo en contra de las parejas masculinas de los varones.
A menos, claro, que los hombres gay oculten y disfracen hasta sea posible la identidad sexual.
Y, claro, permanezcan encerrados en el clóset.
Con todo y que el Sumo Pontífice, Francisco Primero, diga que él “no es nadie para juzgarlos”.
Por lo pronto, todos ellos enfrentando la discriminación.

PASILLOS: En el fondo, una faceta más del mítico y legendario y bíblico racismo, xenofobia y segregación con sus anexos y conexos y variantes sociales y sicológicos.
El legítimo derecho de la comunidad sexual a estar, ser y trascender.
Y sin dañar a ningún ser humano.
El derecho a vivir y que otra cosita son las circunstancias biológicas.
Caray, la comunidad sexual cabildeando y luchando por candidaturas a un puesto de elección popular y los jefes tribales de los partidos políticos levantando muros peores que el muro de Berlín.

VENTANAS: Las elites gobernantes jurando y perjurando en el altar de la patria “el respeto a la diversidad de género y sexual”.
El discurso oficial alardeando que los partidos políticos “garantizan una sociedad justa y libre de todo tipo de violencias y discriminación hacia las personas y en donde el amor y el respeto sean la norma básica de convivencia” (Mario Delgado, líder nacional de MORENA, La Jornada).
Y en el terreno de los hechos y en el día con día, todo lo contrario.