Sandra Lis, 16 años.
Inés Guadalupe, 25 años.
Y Ariadna Guadalupe, 30 años.
Las seis, secuestradas.
Las seis, desaparecidas.
Aquí, donde alardeara el gobierno del Estado, “las mujeres pueden soñar”.
Soñar, claro, en una pesadilla atroz, tormentosa, huracanada.
Seis mujeres con sus fichas en la Comisión Estatal de Búsqueda.
Búsqueda intensa, frenética y volcánica de las familias.
Los amigos.
Los compadres.
Los vecinos.
La menor, Karla, de 13 años, cuando, incluso, ya se está en edad reproductiva.
El infierno, centrado y concentrada en la zona centro.
En Orizaba, por ejemplo, cuando en el sexenio de Javier Duarte fue secuestrada y desaparecida (hasta la fecha), la hija de la señora Aracely Salcedo, quien encaró a Duarte exigiendo la devolución de su hija.
Una muchacha, además, bonita, preciosa, bella.
Y desde entonces, la señora Aracely empujando la búsqueda de las personas plagiadas en la zona centro.
Indicativo y significativo:
A:
Cuatro de las seis mujeres levantadas son menores de edad.
Una más, de 25 años. Y la mayor, de treinta.
B:
Todas mujeres. Ningún hombre.
C:
En el último semestre del obradorismo jarocho.
D:
El feminicidio en Veracruz, en el sótano de la procuración de justicia.
Es decir, de la impunidad.
E:
Por tanto, el peor desdén y menosprecio por la población femenina.
F:
Y en un Veracruz donde seis de cada diez habitantes son mujeres.
G:
Peor, mucho peor, cuando cuatro de las seis mujeres son menores.
H:
Peor, tantos secuestros y desapariciones y feminicidios que la autoridad estatal prefiere y apuesta a la indiferencia y el desdén.
Simple y llanamente, parece valerle la seguridad de las mujeres.
I:
Una cosita es la llamada “Cuota de género” para ampliar los espacios a las mujeres con vocación política, y otra, mil, dos mil, tres mil años luz de distancia, garantizar la seguridad de la población femenina.
De por sí, la población más frágil.

II (Pesadilla inacabable)

Insólito, inaudito, increíble, inverosímil, el grado de intolerancia las mujeres vivido y padecido en Veracruz en los últimos cinco años y ocho meses.
Se ignora si los expertos, los sociólogos, los sicólogos, los terapeutas familiares, los Estadistas, las elites encaramadas en el poder sexenal, los teóricos, entre otros, tuvieran una estrategia clara, nítida, transparente, eficaz y eficiente para frenar, acotar, primero, el feminicidio.
Segundo, el secuestro de mujeres.
Tercero, la desaparición de mujeres.
Cuarto, combatir con hechos concretos y específicos la prostitución femenina.
Quinto, disminuir hasta donde fuera posible la trata de personas.
Sexto, la lucha sin tregua en contra del machismo.
Y de paso, claro, claro, claro, hacer eficiente la procuración de justicia para que los malandros y malosos, sicarios y pistoleros, carteles y cartelitos, fueran derrotados en la feroz campaña que parecen tener en contra de las mujeres.
Nunca con 78 (setenta y ocho) gobernadores de Veracruz (y como ahora), el feminicidio en el primer lugar de los graves y duros pendientes sociales.
La pesadilla inacabable.
Y desde el primer mes (diciembre de 2018) cuando la izquierda ganara la elección de gobernador en Veracruz.
Un sexteto de mujeres plagiadas en el centro de Veracruz, palabras mayores.
El desgobierno.
El mal gobierno.
El gobierno ineficaz.

III (Volver a casa “salvas y sanas”)

Ojalá y el sexteto de mujeres secuestradas y desaparecidas en el centro de Veracruz vuelvan pronto, lo más pronto posible, a casa.
Y sanas y salvas.
Más allá, digamos, del susto.
Significaría la voluntad superior para resucitar el llamado Estado de Derecho, aquel que garantiza (y en teoría, claro) la seguridad en la vida y los bienes.
Más porque seis familias, seis hogares, están padeciendo el fin del mundo.
Por ejemplo, sin saber el destino de sus hijas.
Imaginando lo peor entre lo peor.
Sin tener una pista, un rastro, una señal del sitio donde pudieran estar.
Vislumbrando, incluso, hasta el asesinato de algunas de ellas.

IV (“Largo camino de búsqueda, denuncia, riesgo y martirio”)

El 7 de septiembre del año 2012, Fernanda Rubí, la hija de Aracely Salcedo, fue secuestrada (y desaparecida) en una discoteca en Orizaba.
Desde entonces, ha dicho la señora Salcedo, “el largo camino de búsqueda, denuncia, riesgo y martirio”.
La historia repetitiva con el caso de las seis mujeres plagiadas en Orizaba, Ixhuatlancillo y Río Blanco.
Una pesadilla atroz que ninguna autoridad ha podido aniquilar.
Por el contrario, cada vez multiplicándose como el peor tsunami de la historia.