La mirada de la niña a un lado, todo indica su hermana, acuciosa.
Como un puñal filoso.
Interrogante.
Escudriñadora.
Los dos niños, vestidos con ropa, no sencilla ni sencillita, sino ultra contra súper modesta.
Modestísima.
A un lado, dos señoras.
Una, la esposa viuda del migrante de Atzompa fallecido en un accidente en Indianápolis.
La esposa de Édgar Zeferino de los Santos.
Y la otra, la esposa viuda del otro migrante fallecido.
Rodrigo Ramírez.
Al fondo de la foto, dos casitas.
Con paredes con horcones de madera, viejos ya, húmedos por tanta lluvia.
Y techos con láminas viejas.
A la entrada de la puerta de una casita con piso de tierra, unas cubetitas con agua.
Agua de la lluvia.
Son los niños huérfanos con la muerte de sus padres migrantes en Estados Unidos cuando intentaban llegara a Indianápolis.
Y las dos esposas viudas.
Y en las manos del par de viudas y de una de las hijas unas cartulinas escolares.
Pidiendo, clamando, rogando, mendigando, “una ayudita por el amor de Dios” para pagar los gastos que permitan repatriar el par de cadáveres de los indígenas (Fotos en AVC Noticias).
Perdieron la vida la tarde del 29 de junio.
La semana anterior.
Fue en el condado de Marlon.
Dos migrantes más de Veracruz fallecidos en el intento.
Dos más la semana pasada, también originarios de Veracruz.
Veracruz, campeón nacional en migración a Estados Unidos y que revelara el INEGI.
En un Estado jarocho donde la autoridad estatal ha sido incapaz de recuperar los miles de empleos perdidos en el par de años del COVID.
Además, el rezago laboral con la creación de empleos.
Además, el desempleo y el subempleo.
Y los salarios pichurrientos de hambre.
Y sin las prestaciones económicas, sociales y médicas establecidas en la Ley Federal del Trabajo.
Primer gran pendiente social de Veracruz:
La creación de empleos dignos.
Segundo gran pendiente:
El legítimo derecho a una vida sin sobresaltos.
Sin feminicidios.
Sin secuestros.
Sin desapariciones.
Sin asesinatos.
Sin fosas clandestinas.
Llanamente, el gran fracaso económico y social de la llamada Cuarta Transformación.
La honestidad valiente.
La purificación moral.
Digan lo que digan las tribus guinda y marrón.

II (Niños huérfanos, esposas viudas)
Dos familias más (en el caso de Soledad Atzompa) en la orfandad.
Niños huérfanos y esposas viudas en el desamparo económico y social.
Pobre naciste.
Pobre vives.
Pobre morirás.
¡Vaya profecía y sentencia bíblica!
Más, mucho más, en una entidad federativa pródiga en recursos naturales y habitada por gente en la miseria y la pobreza.
Seis millones de ocho millones 60 mil habitantes de norte a sur y de este a oeste de Veracruz, en la jodidez total y absoluta.
El saldo luego de 78 (setenta y ocho) gobernadores ocupando y usufructuando la silla embrujada del palacio de gobierno de Xalapa.
Y embrujada porque todos sin excepción quienes la ocupan se marean…
Pierden el control humano…
Enloquecen…
Y hasta suelen levitar.
La migración a Estados Unidos, en mayor dimensión, y otras naciones, como la única posibilidad económica para enaltecer la vida personal y familiar.
Y con frecuencia, caray, en vez de que los migrantes envíen remesas a sus familias regresan a casa en un féretro.
Una historia repetitiva.
Y lo peor entre lo peor, sin que nada, absolutamente nada recicle la esperanza de que la vida podrá mejorar para la mayoría poblacional.
Soledad Atzompa, tan famosa en México y en el extranjero por el linchamiento de seis secuestradores en el sexenio que camina, bien pudiera hermanarse con Indianápolis.
Una hermandad fatídica.
La sierra de Zongolica, más cerca de Estados Unidos que de Xalapa, la capital, con su política social y económica, educativa y de salud.