aparece en el primer plano con una barriga sensacional y los pelos como milpas de maíz en el surco.
Y a un lado, un policía levantando una espada en contra de un ciudadano tirado en el piso intentando levantarse.
Y otro policía, a un lado, vigilante.
Y Cuitláhuac pronunciando la siguiente frase bíblica, memorable y citable:
“¿Han oído hablar del humanismo veracruzano?”.
Al día siguiente, lunes junio 24. Otro caricaturista de La Jornada, Rocha, ocupándose en la página 4 de Cuitláhuac:
El góber, con una frente amplia, gigantesca, como un charco lunar, aparece ante un par de cruces (los dos hermanos asesinados en Totalco) y dice: “Para los trasnacionales el pozo (de agua) y para los campesinos el foso”.
Y a un ladito de Cui, un pozo de agua con un letrero que dice:
“Granjas Carroll”.
Más adelantito, en la página 32, sección de los Estados, la página completita dedicada a Totalco y a Cuitláhuac, claro.
Un titular: “Acusan al gobierno de Cuitláhuac García de ‘infiltrar el movimiento’”.
Digamos, igual, igualito de cuando en el siglo pasado, los jefes priistas federales y estatales filtraban a la insurgencia cívica, entre otros casos, con la Guerra Sucia de Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez.
Se insiste: en el diario La Jornada por todos conocida su filiación política.
Entonces, el mismo día domingo Cuitláhuac expidió un comunicado.
Primero:
Anunciando, digamos, la desaparición de la Fuerza Civil y que con policías de la secretaría de Seguridad Pública reprimieron a la población de Totalco bloqueando la carretera y asesinando dos hermanos.
Pero en realidad más que desaparecer la Fuerza Civil, reasignándola a la secretaría de Seguridad Pública en la Subsecretaría de Operación.
Es decir, “la misma gata, pero revolcada”.
Y segundo, anunciando el góber que investigará a la empresa de las Granjas Carroll, de hecho y derecho propietaria del agua en la región.
Reacción tardía.
Creyendo que así el góber podría purificarse como parte de la Cartilla Moral del escritor Alfonso Reyes.
Después de “ahogado el niño”…
Después de la brutal agresión policiaca en Totalco…
Después del crimen policiaco del par de hermanos…
Cuitláhuac (¡pobrecito!? “dándose golpes de pecho”.
¡Vaya fin de sexenio!
¡Vaya aliento para la presidenta de la república electa que, dice Cuitláhuac, lo ha invitado a su gabinete!
El mismo domingo 23 de junio, los dos hermanos (Jorge y Alberto) fueron sepultados en Totalco.
Y la familia y los amigos y los vecinos, llenos de legitimo coraje social e indignación crónica gritonearon la siguiente frase bíblica, memorable y citable:
“¡No queremos policías!
¡No queremos reporteros!
¡Váyanse!”.
Dos familias en la orfandad por culpa única y exclusiva de los policías enviados por Cuitláhuac a Totalco.
Seis hijos huérfanos de padre.
Dos viudas en el desamparo familiar, económico y social.
Todo, por el espíritu represor y violento del gobernador condecorado por la Universidad Veracruzana que por aparatito inventado por ahí con otros siete colegas, ninguno laureado.
Dos muertos más (más el comerciante asesinado por policías en San Andrés Tuxtla) y en los últimos días por desaciertos de la autoridad estatal.
He ahí el estilo personal de ejercer el poder y gobernar de las tribus guinda y marrón.
Tanto luchar por ganar la silla embrujada del palacio de gobierno de Xalapa para estar terminando el sexenio con tanta sangre escurriendo en los cuatro puntos cardinales.
Uno, Veracruz feminicida.
Dos, Veracruz campeón nacional en secuestros.
Y en desaparecidos.
Tres, Veracruz campeón nacional en fosas clandestinas.
Cuitláhuac, exhibido en el palenque nacional por la política con que ha manejado la seguridad pública y la justicia.
Por todos los costados es el capitán del buque.
El jefe máximo.
El responsable número uno de las cosas y hechos buenos, pero más, mucho más, de los hechos y cosas malas.
El día cuando el diálogo y la negociación y los acuerdos civilizados fallan, entonces, en Veracruz, ha entrado el tolete, la macana, la patrulla, la policía, los gases lacrimógenos, los perros amaestrados, la violencia.
Indicativo y significativo:
En el tiempo de la Cuarta Transformación, los habitantes de Veracruz entre la espada y la espada.
Las armas de los carteles, sicarios, pistoleros, malosos y malandros.
Y las armas de los policías.

II (Ultimas horas de la Fuerza Civil)
Las últimas horas de la Fuerza Civil… como tal, digamos: Los vecinos de San Antonio Totalco bloquean la carretera en protesta a la fábrica de forrajes de Granjas Carroll contaminando el agua desde hace muchos años.
Entonces, alguna autoridad por ahí, quizá un político influyente, pidió la Fuerza Civil y policías de la secretaría de Seguridad Pública pacificaran el coraje social y la indignación crónica.
Y más de cien elementos policiacos “armados hasta los dientes” describen los reporteros de policía llegaron a Totalco.
Armas, escudos y toletes.
Incluso, disparando, en un principio, al aire.
Los campesinos contraatacaron armados con palos y piedras.
Y se armó el zipizape.
Policías contra ciudadanos.
Ciudadanos contra policías.
Todos los vecinos “echaron a correr”.
Esconderse en sus casas.
Pero dos hermanos cuando iban en un tractor fueron alcanzados y acribillados.
Y murieron.
En tanto, un senil, Justo Soto, fue desaparecido.
Y madreado.
Internado en un hospital.
Entonces, los policías estatales llegaron y lo sacaron del hospital “y a la mala”.
Lo sentaron en una silla de ruedas y se lo llevaron.
Y durante varias horas estuvo desaparecido hasta que dadas las protestas lo liberaron.
Al día siguiente, el presidente municipal, priista Delfino Ortega Martínez, “se lavó las manos” y juró y perjuró que nunca, en ningún momento, solicitó la Fuerza Civil ni a la secretaría de Seguridad Pública.
Incluso, el pobrecito alcalde se quejó de que por la violencia había suspendido los festejos de los 499 años de la fundación del municipio de Perote.
¡Ah!, Cuitláhuac, el góber, ordenando “una verificación inmediata” a Granjas Carroll que por daño ambiental!
Luego, claro, de dos muertos. Y un anciano madreado.
Y el crimen de un comerciante en San Andrés Tuxtla en tanto el pueblo enfurecido gritoneaba a la presidenta municipal, y de MORENA: “¡Asesina, asesina!”.
¡Vaya estilo de gobernar!
Los crímenes de ciudadanos en San Andrés Tuxtla y Totalco, Perote, enlodando como nunca y en el centro del infierno al sexenio guinda y marrón de Veracruz.

III (De desprestigio en desprestigio)
Cuitláhuac, deshonrado en Veracruz.
Deshonrado en el país.
Sin el respeto, quizá, de parte de su gabinete.
Y se ignora si también sin el respeto de los amigos.
Quizá con el respeto únicamente de la familia.
Incluso, tendrá amigos, aliados, socios, cómplices, pero estarán en desacuerdo con enviar a la policía a madrear y hasta asesinar a ciudadanos insumisos reclamando sus legítimos derechos.
Desprestigio, entonces, en el interior de Veracruz.
Y en el exterior.
El derecho de todos los seres humanos, los gobernados, los ciudadanos a pie y motorizados, las familias, a vivir sin sobresaltos.
Además, el derecho humano a protestar, inconformarse, rebelarse a cualquier injusticia, pues ni modo una población obediente, callada y sumisa.
En el año 2018, la población quiso votar por el candidato de Andrés Manuel López Obrador a la gubernatura de Veracruz.
Los ciudadanos con credencial de elector votando más, mucho, por AMLO que por Cuitláhuac.
Y soñando con los ideales de una mejor sociedad.
Y más digna.
En San Andrés y Totalco, el sueño colectivo a base de tiros y balazos.
Y de tiros y balazos de policías.