PASAMANOS: Y en el otro extremo (caso Veracruz) para el millón de indígenas y los dos millones de campesinos y una parte de los tres millones de obreros, el par de nuevos sexenios (Palacio Federal y Palacio de Xalapa), ni fu ni fa.
Simplemente, “ni les va ni les viene”.
Los habitantes del campo y del surco viviendo de la faena toda la vida han apostado a su trabajo rural.
En la mayoría de los casos, por ejemplo, con el pago de unos ochenta pesos en la jornada cotidiana.
Es decir, trabajando de lunes a sábado, 560 pesos a la semana. Dos mil doscientos cuarenta pesos al mes.
Por eso, y entre otras razones de peso y con peso, Veracruz, campeón nacional de migración a Estados Unidos.
Y como indocumentados. Ilegales. Expuestos a la feroz policía migratoria del país más desarrollado del planeta.

CORREDORES: Un sexenio llega y se va y otro llega y se va y así 78 (setenta y ocho) gobernadores han pasado en Veracruz y el resultado social y económico es el siguiente:
De los ocho millones 60 mil habitantes, seis millones en la miseria, la pobreza y la jodidez.
Entonces, ninguna, absolutamente ninguna esperanza ni posibilidad de una lucecita alumbrado el extenso y sinuoso túnel social.

BALCONES: Tan desencantados y frustrados están los indígenas, campesinos y obreros que ninguna esperanza tienen ni abrigan en los nuevos sexenios.
Más todavía: en la espera franciscana (Job, el paciente en el relato bíblico) se decepcionaron de la misma esperanza.
Y advirtieron con precisión que lo peor de la vida (lo peor entre lo peor) es vivir con la esperanza por delante.
Más, cuando suelen darse terribles y espantosos desengaños y estafas sociales.
La profecía bíblica es determinante:
Pobre naces. Pobre vives. Pobre morirás.

PASILLOS: Cada tribu política escalando el peldaño más alto del poder suele “desgarrarse las vestiduras” y “cortarse las venas” por los pobres.
Caray, “por el bien de todos, primero los pobres”.
Con todo y estar demostrado que en la desigualdad económica y social antes que los pobres primero son y fueron y han sido y continuarán los ricos.
Más, con una clase media (la que por lo general pertenece a las elites gobernantes) soñando con ascender a la clase alta en menos de lo que dura un sexenio.
Los pobres, como siempre, “carne de cañón” para las tribus partidistas.

VENTANAS: Una bequita bimensual de seis mil pesos para mantener viva, más que la esperanza, la flama ardiendo y utilizarse en tiempos electorales.
Sea por una conveniencia (efímera y fugaz) de los jodidos en un país, además, con salarios miserables, pichurrientos y de hambre.
Y empleos inestables y con frecuencia, sin las prestaciones económicas, médicas y sociales contempladas en la inmaculada y sacrosanta Ley Federal del Trabajo (ajá).
Indígenas y campesinos, en la miseria.
Obreros, en la pobreza.
La clase media baja, en la inestabilidad económica y social.
En la historia, siempre, siempre, siempre, ha sido así.
Y por desventura, nada garantiza que ahora el destino social pudiera mejorar.
Con todo y discursos baratos, ramplones, demagógicos y populacheros.