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Miércoles 12 junio, 2024

El Hombre Encapuchado

**Asaltante de una pareja
**El Veracruz impune

ESCALERAS: El par de estudiantes (una mujer y un hombre) platicaban en una banca del parque La Pinera, sobre el bulevar Fidel Velázquez en el puerto jarocho.
Entonces, de pronto, llegó un hombre encapuchado con un casco color azul.
Y les dijo: “No hagan nada. No griten. Denme todo lo que traen. No se pongan nerviosos. No llamen la atención” (Notiver).
La chica se puso nerviosa. Perdió el control de las emociones. Y se le quedó mirando a los ojos.

Luis Velázquez

Y en respuesta, el malandro le tocó los senos.
Y mostró una pistola.
Luego los despojó.

PASAMANOS: Les robó los celulares. Les robó la tarjeta de crédito. Les robó el dinerito que tenían.
Caray, hasta los tenis de la chica y el chico se llevó y los dejó descalzos.
Eran las 20:40pm del sábado.
Iker Antonio N., alumno del Instituto Tecnológico de Veracruz, platicaba con su compañera Ana Isabel N.
Luego, el malandro se perdió en la noche violenta, truculenta, huracanada y torrencial de Veracruz.
Pero se perdió en una tienda Oxxo donde hizo cargos con la tarjeta bancaria robada al chico.

CORREDORES: Veracruz, en la descomposición social.
La tesis universal es categórica: a mayor impunidad, mayor inseguridad. Mayor zozobra. Mayor incertidumbre.
Y si en la autoridad estatal existe creciendo el llamado “vacío de poder”, ese vacío ocupado por los carteles y cartelitos, sicarios y pistoleros.
La delincuencia organizada y común, en el más alto decibel.
Caray, un asaltante solitario fermentado con una pistola atracando al par de estudiantes en un parque de la ciudad jarocha.
Y con toda la entereza y firmeza del mundo, dueño de la noche y del día, advirtiendo a los estudiantes asaltados que “no hicieran nada, que no gritaran”.

BALCONES: En el último semestre del sexenio guinda y marrón, el único legado histórico, social, económico y político y sicológico de la tribu obradorista, un infierno llamado Veracruz.
Aquí, la delincuencia manda.
Aquí, los malosos imponen su ley.
Aquí, los sicarios y asaltantes y raterillos y ladronzuelos solitarios hacen y deshacen.
La vida cotidiana, a la orilla del precipicio.
Rodando en la ladera.
El señor Cuitláhuac nunca pudo. Nunca le interesó. Nunca se ocupó. En el principio de Peter.
Se congració con el presidente de la república, su hacedor.
Desencantó y decepcionó a los ciudadanos de a pie y motorizados.
Por fortuna, la Universidad Veracruzana lo condecoró como científico inventando por ahí un aparatito con siete, ocho colegas más y nunca, por cierto, citados ni reconocidos.

PASILLOS: Tiempos aquellos, por ejemplo, de don Fernando Gutiérrez Barrios y Fernando López Arias.
Cuando la figura política del gobernador era respetada y temida y temible.
Y aun cuando, digamos, entre otras cositas, también inspiraban miedo y temor, Veracruz fue pacificado.
Y la población salió ganando.
Entonces, las parejas jóvenes y maduras podían sentarse en una banca del parque de la colonia y del pueblo y en la noche a platicar con toda la confianza del mundo, sin ningún sobresalto.

VENTANAS: Si en cinco años y siete meses a Cuitláhuac le ha valido la seguridad de las familias y las personas, en lo que resta del sexenio, simplemente, le valdrá un comino, un cacahuate, un cero a la izquierda.
Y ni hablar, AMLO, el presidente, se salió con la suya imponiéndolo como jefe del Poder Ejecutivo estatal.
De entrada, la población seguirá desprotegida y expuesta a los sobresaltos.
En cuarenta días y cuarenta noches, Gutiérrez Barrios acabó con “La Sonora Matancera” de su antecesor.
Ya se verá el número de días y noches con que el nuevo gobierno podría, digamos, pacificar el Estado jarocho.


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