Los sicarios lo treparon a una camioneta color blanco y huyeron por el bulevar.
Se llama José Manuel Lugo Dauzón. Fue al mediodía del viernes 7 de junio, tiempo en otros tiempos de esa cosita llamada “Libertad de prensa”, instituida en el país por Miguel Alemán Valdés como presidente, ex gobernador de Veracruz.
Lugo Dauzón es, además, empresario. Su esposo Silvana fue quien reportó el secuestro.
Y luego de unas horas, la familia pagó el jugoso rescate y fue liberado.
De norte a sur y de este a oeste de Veracruz, unos cuarenta políticos secuestrados, desaparecidos y asesinados.
Lugo Dauzón, plagiado en el último semestre del sexenio obradorista.
Quizá el homicidio más trascendido fue con Juan Carlos Molina Palacios, entonces, diputado local y presidente de la Liga de Comunidades Agrarias.
El secuestro el mismo día cuando en Las Choapas, una mujer fue degollada. En su casa.
Se llamaba Lucía Martínez Islas. 51 años.
Digamos, un feminicidio más en un Veracruz liderando con otros el tsunami feminicida.
Y, claro, con toda la impunidad del mundo.
Días cuando, caray, en la cárcel municipal de Xico un hombre (Carlos Alberto Yoval Hernández) perdiera la vida.
Que policías de la secretaría de Seguridad Pública lo tenían amenazado. Y fue detenido. Y de pronto, ¡zas!, apareció muerto.
Y estando preso.
La señora madre, Olivia Yoval Carrizo, declarándose una mujer desesperada (y con justa razón) porque está incrédula de que su hijo se ahorcara.
Y pidiendo clemencia, clemencia, clemencia, a la Fiscal General para “investigar” el asunto.
Días nublados en Veracruz.
Un político secuestrado.
Un chico muriendo en la cárcel y que por suicidio.
Y en el último tramo del viaje sexenal del obradorismo.
¡Vaya adiós de Cuitláhuac García a los ocho millones de habitantes del Estado jarocho!
En todo caso, a tono con su estilo personal de ejercer el poder y (des) gobernar.
Un Veracruz ensangrentado.
Dolido.
Herido.
Desencanto de AMLO, el presidente, quien, todo indica, ha tolerado todo todo todo a su góber salsero, huapanguero, danzonero, chicharronero, camaronero, jaranero (que se declaró), bolichero y beisbolista (ajá).
Y rollero.
Los hechos son el único aval de un político (y de cualquier persona) y en el caso, un Veracruz inmolado en la mesa de los sacrificios.
Por un lado, los sobresaltos en el día y la noche.
Y por el otro, el desempleo, el subempleo, los salarios pichurrientos.
Y por el otro, la migración a Estados Unidos, Veracruz, campeón nacional que dice el INEGI.
¡Vaya equivocación, vaya error, vaya estafa de López Obrador imponiendo a Cuitláhuac de gobernador!

II (Más incertidumbre y zozobra)
Luego de que Morena quedará con la gubernatura de Veracruz…
Y después de la masacre electoral al Frente Opositor ganando de casi todas… todas las diputaciones locales y federales…
Y luego de que Cuitláhuac cacarea que Sheinbaum lo invitó a formar parte del gabinete federal…
Si desde el inicio del sexenio, el góber obradorista ha ejercido el poder creando y recreando un Veracruz ensangrentado, entonces, nada, absolutamente nada indica que los días y noches del resto del periodo constitucional serán diferentes.
Por el contrario, la posibilidad de que los hechos se recrudezcan con más incertidumbre y zozobra.
Más porque está probado y comprobado que a Cuitláhuac únicamente le interesa, primero, él y su familia.
Después, los amigos, cuates, aliados, socios y cómplices.
Y luego, AMLO, el presidente, con Claudia Sheinbaum… mirando lejos.
Más secuestros, entonces.
Más extorsiones.
Más desaparecidos.
Más fosas clandestinas.
Más inseguridad.
Más impunidad.
En una de esas, hasta ajuste de cuentas y venganzas en contra de los actores políticos y sociales incómodos e indeseables.

III (Muchos pendientes quedarán… )
Entre otros, el legítimo reclamo de justicia de los 33 (treinta y tres) Colectivos integrados con padres con hijos y parientes plagiados y desaparecidos, quizá asesinados, quizá ultrajadas en caso de mujeres, quizá enterrados en fosas clandestinas, quizá hecho cachitos y hasta pozoleados.
El Veracruz bárbaro, indómito y salvaje que nunca pudo, en cinco años y siete meses que van, combatir, frenar, obstruir, aniquilar y desaparecer García Jiménez.
Será absuelto por AMLO y Sheinbaum.
Le podrán seguir levantando la mano (ajá) como el político más honesto de cara al Golfo de México.
Pero la población electoral, los ciudadanos de a pie y motorizados, lo habrán condenado.