Santiago Rodríguez Navarro y Emma Lucía Bandala.
Salieron de casa para vender una camioneta y nunca volvieron.
Entonces, unos días antes del domingo dos de junio, una hija pidió, clamó, rogó, que fueran localizados “vivos o muertos”.

PASAMANOS: Además, los dos cadáveres aparecieron en una fosa clandestina.
En un Veracruz, dice el INEGI, campeón nacional en fosas clandestinas.
Veracruz, un fosario aseguraba el sacerdote de la llamada Teología de la Liberación, José Alejandro Solalinde Guerra.
Quizá Cuitláhuac García dispuso el trascendido de la masacre de la pareja tres días después de las elecciones para evitar, digamos, un voto en contra de los candidatos obradoristas en Poza Rica.
¡Qué raro y extraño, indicativo y significativo (“piensa mal y acertarás” reza la conseja popular) que de pronto, pasados los comicios, aparecieran los cuerpos de la pareja!
Y en una fosa, se insiste.

CORREDORES: Está claro: se vive y padece un Veracruz ensangrentado.
Y nadie, absolutamente nadie, la tiene segura ni menos, mucho menos, puede alardear que libró el tsunami obradorista de la violencia en el diario vivir y anochecer.
Se dirá (como siempre, para “lavarse las manos”) que se trata de una herencia del pasado.
Cierto.
Pero, al mismo tiempo, estamos en el sexto año del obradorismo y responsabilidad tienen tanto AMLO, el presidente, como su góber precioso.

BALCONES: Veracruz, un cementerio gigantesco de norte a sur y de este a oeste.
Desde Tampico Alto hasta el Valle de Uxpanapa y desde las Cumbres de Maltrata al puerto jarocho, pasando por Xalapa.
Bastaría recordar la existencia de los 33 (treinta y tres) Colectivos, integrados con padres con hijos y parientes secuestrados y desaparecidos, quizá asesinados y sepultado en fosas clandestinas.
Veracruz en el primer lugar nacional de feminicidios.
Niños asesinados. Adolescentes asesinados. Ancianos asesinados.
Y ancianos los seniles con el único objetivo del robo.
El robo. Y de paso, el crimen.
Y el góber precioso de AMLO con la misma cantaleta: “Ya están ubicados los asesinos. Ya tenemos el retrato hablado. Pronto caerán. Habrá justicia. Ningún delito quedará impune”.
Es la cruda realidad. Y/o, la realidad cruda. Así la prensa guinda y marrón le tire incienso a su paso.
Ni modo, los convenios mensuales que como dijera el director de un medio, “alcanzan para pagar la nómina”.

PASILLOS: El priismo dejó un Veracruz harto y hartado.
Pero en menos de un sexenio, Cuitláhuac también hartó.
Además, a tono, quizá, con Antonio López de Santa Anna, considerando (hasta el año 2018) el más frívolo y vanidoso de los 78 gobernadores de Veracruz, Cuitláhuac lo rebasó por la izquierda, el centro y la derecha.
Más porque nunca AMLO, el presidente, se detuvo a mirar y cavilar y calibrar el estilo de Cuitláhuac para ejercer el poder y gobernar.

VENTANAS: Una pareja más secuestrada, desaparecida, asesinada y enterrada en fosa clandestina en el territorio jarocho.
Y de ñapa, la camioneta que salieron a vender pintada de otro color.
La fosa, en Coatzintla. A un ladito de Poza Rica, allí donde ¿gobierna? un ex beisbolista, que amigo de López Obrador.
Una cadena de complicidades, vaya.