Pero la vida es tan rara y extraña, algunas ocasiones dura, ruda y canija, que el destino humano termina del siguiente modo:
Se crea un hijo de tal por cual.
Se planta un árbol que se seca a la primera temporada de calor intenso y volcánico.
Y se escribe y publica un libro que nadie compra ni menos, mucho menos, lee.
Por más y más que la persona pudiera obsequiar el libro a la familia, los amigos, los compañeros de trabajo, los compadritos y uno que otro vecinito.

DOS. La vida, una pesadilla…

Como, por ejemplo, las confesiones del filósofo Alejandro Rossi en sus tres “Diarios”, editorial Ariel, donde destila un montón de amargura y frustración por la publicación de sus libros.
De entrada, largas y largas de las editoriales.
Segundo, sus amigos, cabilderos editoriales, dando más largas.
Tercero, la búsqueda incesante de editores extranjeros para publicar sus libros en otros países, sobre todo Europa, pues nació en Italia.
Y de paso, el ninguneo a Octavio Paz Lozano, Nobel de Literatura, y “su amigo” tan lleno de soberbia y egocentrismo.

TRES. Cada uno sus legítimos sueños…

Hay un número incalculable de posibles satisfactores para vivir.
Un sueño quizá tendrán los indígenas y otro los campesinos y otros la clase media media y media baja y otros la clase media alta y otros, años luz de distancia, los ricos, pudientes y millonarios.
Incluso, otros los políticos enriquecidos cada sexenio a la sombra del poder, pues como afirma el sociólogo Gabriel Careaga, los ricos de nacimiento nunca aceptan a los ricos sexenales.
En todo caso, apenas, apenitas, los mastican y los utilizan, pero jamás los tragan.
Son ricos incómodos e indeseables, pues la vida prueba y comprueba que hay ricos de primer segundo y segundo mundo y tercer mundo y quinto y sexto mundo.

CUATRO. Alardes fatuos

En un taller de Literatura, un chico anunció que semanas anteriores un libro suyo había sido publicado.
Y en pocas semanas iba ya por la tercera edición. Cada edición de dos mil ejemplares, festinaba.
Entonces, el profesor le dijo con firmeza que de seguro tendría una familia numerosa para que hubieran comprado tantos libros.

CINCO. Un escritor con suerte

Hay escritores, por ejemplo, que de los primeros libros con ediciones de mil ejemplares tardan años y años en venderse.
Es más, las editoriales les van rebajando el precio para ver si salen…
Vaya, la primera novela de Gabriel García Márquez fue rechazada por una editorial de Colombia.
Y el editor dijo al Gabo: “Usted no sirve para novelista. Mejor dedíquese a vender libros de pueblo en pueblo”.
Insólito, pero de Colombia debió migrar a la Ciudad de México y un fin de semana viajó con su paisano, el poeta Álvaro Mutis, a la ciudad jarocha.
Y Mutis le presentó al escritor Sergio Galindo, a la sazón director de la editorial de la Universidad Veracruzana y le anunció que por cabildeo de Mutis la UV publicaría su primera novela.

SEIS. Apostar a los hijos

Entonces, no es tan fácil publicar un libro, primero.
Y segundo, que el libro sea éxito editorial en las librerías.
Por eso, nada mejor como seguir insistiendo en traer más hijos al mundo esperando que uno, cuando menos, salga con buenos sentimientos y sea una buena persona.
Y, claro, insistir en la siembra de un árbol y cuidar su florecimiento.