Con Andrés Manuel López Obrador, por ejemplo, dice la Oxfam, “las fortunas de los muy ricos crecieron 117 (ciento diecisiete) más rápido de la economía”.

PASAMANOS: Podrá, por ejemplo, Ricardo Salinas Pliego, el jefazo de TV Azteca y Elektra, declarar una guerra a AMLO por el pago atrasado de impuestos y que siempre le permitieron y toleraron los presidentes priistas y panistas.
Pero en el fondo, sus empresas han tenido, y con todo, desarrollo exponencial.
Y le ha ido bien, muy bien.
Digamos, casi a la altura de Carlos Slim Helú, el magnate que fue el hombre más rico del mundo y hoy el más rico de la república “amorosa y humanística”.
Seis de cada diez habitantes del país en la jodidez total.
Luego de sesenta jefes del Poder Ejecutivo federal.
Luego de 78 (setenta y ocho) gobernadores de Veracruz.

CORREDORES: En la revista “Nexos” un análisis duro y rudo, cierto, pero real, sobre el obradorismo.
El director general, el escritor y periodista, Héctor Aguilar Camín, publica el ensayo “El invierno del presidente” y en donde analiza los momentos estelares del sexenio guinda y marrón.
Y beneficiando a los ricos y riquillos.
El sexenio proclamando que “por el bien de todos primero los pobres” cuando de acuerdo con la realidad económica y social, “por el bien de todos… primero los ricos”.

BALCONES: Con tantos “golpes de pecho” y todos los días y desde “La mañanera”, el obradorismo ha creado y recreado la percepción y la sensación de haberse pasado pitorreando a los pobres y a la gente en la miseria.
Por ejemplo, un millón de indígenas en las ocho regiones étnicas de Veracruz.
Dos millones de campesinos.
Tres millones de obreros.
Todos, viviendo a la quinta, sexta, séptima pregunta y viajando en un túnel larguísimo, extenso, sin final, y sin ninguna lucecita alumbrado la oscuridad social.
Los programas sociales del llamado “Bienestar” únicamente una limosnita para los jodidos a cambio de tenerlos amarrados para cuando se necesiten.

PASILLOS: Un sexenio llega y ejerce el poder con plenitud a través de sus tribus y termina y se va y la población jodida continúa igual.
O peor.
Y peor porque cada seis años los jodidos apuestan a la esperanza social de una vida mejor y seis años después, nada de nada.
Por fortuna, teniendo, digamos, lo esencial para mal comer y desnutrirse y llenar a la familia de anemia.
Y al mismo tiempo, sin ninguna posibilidad de alcanzar un día, algún día, la dignidad humana.

VENTANAS: El gran desafío democrático (ajá) es uno solo: dignificar la vida cotidiana, la calidad de vida, la vida económica, la vida social, la vida educativa, la salud, la seguridad y la procuración de justicia de la mayoría poblacional.
Más ricos, ni hablar, porque el sistema político los sigue favoreciendo. Y desde la llamada “Dictadura perfecta” del PRI y partidos anexos y conexos.
Pero si en cada sexenio ellos se van cabezones y con la bendición presidencial, entonces, más allá de la demagogia de que “por el bien de todos primero los pobres” la hora de que la muletilla aterrice en los días y noches de la gente en la miseria y la pobreza.