Agredidos a balazos.
Tres cadáveres quedaron en el interior de una camioneta propiedad de uno de ello, una Ford Lobo color blanco.
Y los otros quedaron tendidos en el pavimento.
Alrededor, unos treinta casquillos de grueso calibre.
Y frente a una tienda Oxxo.
La camioneta con impactos de balas. Cristales estrellados. Tiros quedados en la escena del crimen.
Después, los sicarios se perdieron en el Veracruz salvaje que desde hace cinco años vivimos y padecemos como la peor pesadilla sexenal.
Igual, igualito que en el casi sexenio de Javier Duarte.
Y en el sexenio de Agustín Silvestre Acosta Lagunes, cuando “la violencia era inevitable y ni modo”.

PASAMANOS: Fue una masacre más en el Estado de Veracruz.
La penúltima, en Acultzingo, con siete personas asesinadas.
Un menor. Dos mujeres. Y cuatro hombres.
Entonces, el góber bolichero y beisbolista, Cuitláhuac G. J., “se lavó las manos” (¡Oh, querido Poncio Pilatos!) asegurando que se trataba de un ajuste de cuentas entre narcos.
Suficiente para que la secretaría de Seguridad Pública y la Fiscalía General olvidaran la masacre.
Ahora, y con la matanza de tres chicos, migrantes de Castillo de Teayo en Estados Unidos, el silencio oficial.

CORREDORES: Masacre en Soledad Atzompa cuando un sexteto de secuestradores fue detenido por la población y linchado.
Masacre con los cinco campesinos de Actopan desaparecidos, todo indica, en la ciudad jarocha, y/o en el viaje de Actopan al puerto de Veracruz cuando acudían a diligencias sobre despojo de tierras.
Masacre con los siete comerciantes de Ciudad Mendoza en Ixtaczoquitlán.
Masacre en el Veracruz campeón nacional en feminicidios.
Masacre en Minatitlán en un salón de fiestas con saldo de quince muertos, entre ellos, niños.
Masacre el asesinato del diputado local, Juan Carlos Molina Palacios, presidente de la Liga de Comunidades Agrarias.
El Veracruz de la 4T, MORENA y el obradorismo.
La impunidad como eje rector sexenal, de paso inculpando a Jorge Wínckler de todo lo malo.

BALCONES: Un paisano, originario de Xalapa, perdió la vida en Baltimore con la caída del puente.
Otro paisano, originario de la montaña negra de Zongolica, murió en un accidente automovilístico en Estados Unidos y la familia necesitó botear para juntar dinerito con que pagar el traslado del cadáver.
El trío de chicos de Castillo de Teayo nunca perdió la vida en Estados Unidos donde laboraban de migrantes.
Fue en el pueblo de Veracruz.
Ahora solo falta (y como por lo regular ha sucedido) que el góber Cuitláhuac y los suyos y anexos y conexos los señalen de malos pasos y peores amistades.

PASILLOS: La incertidumbre, la zozobra, la inseguridad y la impunidad son, con el desempleo, el subempleo, los salarios pichurrientos y la migración, la más alta herencia del sexenio de MORENA en Veracruz.
Se ignora si el tsunami de secuestros, desaparecidos, extorsiones, asesinatos y fosas clandestinas se conviertan en un ajuste de cuentas de la población en contra de los candidatos guinda y marrón a cargos de elección popular el dos de junio.
De hecho y derecho, como anunciaba una cartulina en la marcha femenina en Xalapa: “Nos vemos en las urnas”.
Y si en verdad nos veremos en las urnas con sufragios en contra de los candidatos de MORENA el único responsable y culpable se llama Cuitláhuac García Jiménez.