violencia descarrilada.
El viernes en la tarde, por ejemplo, en Emiliano Zapata, en el balneario de “El terrero”, asesinado a balazos el cantante reggaetonero, Big Dina.
Y mientras nadaba en la alberca con su familia.
Su padre, herido.
Y ejecutado delante de todos.
Unos sicarios llegaron con el objetivo definido y le dispararon.
Luego, tan frescos y campantes huyeron, mientras las otras personas, en la alberca y alrededor, se tiraban al piso para librar una balar perdida y corrían.

DOS. ¡Qué difícil vivir en Veracruz!

Big Dina tenía 40 años de edad y 15 años de trayectoria artística.
Se llamaba Dinamar Disraeli Ramírez Ramírez.
Era intérprete de género urbano. Exitoso en Veracruz y en diecisiete entidades federativas.
Además, exitoso en Colombia.
Cantante y productor. Con álbumes publicados.
Con los brazos tatuados y de piel oscura, estudió, además, en la Facultad de Comunicación de la Universidad Veracruzana.
Caray, ¡qué difícil se ha vuelto vivir en Veracruz!
¡Y vivir sin sobresaltos y sin miedos, temores, “miedo al miedo”, los horrores de cada día y noche!

TRES. Dueños de Veracruz

Indicativo y significativo: Los malos se han apropiado tanto de Veracruz que matan así nomás en un balneario.
En un día de asueto como el Viernes Santo.
Delante de toda la clientela del balneario y restaurante, lugares públicos.
Cuando Big Dina nadaba en la alberca con otros turistas y locales que también nadaban al mismo tiempo.
El riesgo, por ejemplo, de una bala perdida.
Y lo que, al mismo tiempo, manifiesta la habilidad y la experiencia y el fogueo en situaciones adversas de los sicarios disparando al objetivo.

CUATRO. Cuitláhuac gobierna con los malos

Con Javier Duarte de Ochoa…
Y con Agustín Silvestre Acosta Lagunes…
Y Jorge Cerdán, el góber tolerando a la banda de sicarios “La mano negra” del cacique y latifundista, Manuel Parra…
Y con Luis Mier y Terán, con aquella orden de “¡Mátalos en caliente!”…
Y con Teodoro A. Dehesa, la masacre de trescientos obreros textiles en Río Blanco…
Los malos hacían y deshacían.
Hoy, con Cuitláhuac García Jiménez, el intelectual de la izquierda le llama Joaquín López Dóriga, el inventor científico condecorado por la Universidad Veracruzana, los pistoleros de los carteles transfigurados en el otro poder público del Estado jarocho.
Un poder, Cuitláhuac como jefe del Poder Ejecutivo estatal.
El otro poder, los carteles y cartelitos.
El par, gobernando.

CINCO. Dura y ruda la vida cotidiana

Cadáveres flotando en ríos y lagunas.
Cadáveres colgados de puentes.
Cabezas decapitadas arrojadas al centro de un antro.
Cabezas decapitadas abandonas en las mesas de bares.
Campesinos (como los de Actopan, cinco) secuestrados y desaparecidos.
Masacres (como la de Acultzingo, un menor, dos mujeres y cuatro hombres) ejecutados y varias semanas después, meses, ningún detenido.
De paso, “lavándose las manos” el góber obradorista diciendo que son ajustes de cuentas entre los malandros.
Etecé. Etecé.

SEIS. La ley de los malandros

Hipótesis una: Cuitláhuac García Jiménez no puede.
Hipótesis dos: Nunca le ha interesado la seguridad pública de los ocho millones de habitantes de Veracruz.
Hipótesis tres: Le vale.
Hipótesis cuatro: Ha sido demasiado tolerante con el gabinete de seguridad y justicia.
Hipótesis cinco: Tiene, ha tenido, otras prioridades, digamos (ajá), sociales.
Hipótesis seis: Frívolo y vanidoso, “deja hacer y deja pasar” a los malandros.
Hipótesis siete: Mientras AMLO, el presidente, lo vitoree (y por alguna razón será), todo se le resbala.
El asesinato del cantante de Big Dina en un poblado de Emiliano Zapata llena las neuronas y el corazón social de miedo, terror y pánico.
Simplemente, un Veracruz sin ley.
Mejor dicho, la ley de los malandros.