Y por añadidura, la existencia de un país de arrepentidos, entrando de rodillas a la Basílica con las manos extendidas y los ojos en órbita espacial para merecer el perdón…

ROMPEOLAS: De acuerdo con el sacerdote en el llamado “secreto de la confesión”, el feligrés arrodillado, entre más pecadillos cometían los menores mayor número de padres nuestros y ave marías les ordenaban rezar… Entre los chicos solían preguntarse el número de oraciones consignadas para determinar el volumen de las faltas morales y sociales… Con el tiempo, los menores aprendían a mentir y por lo general solían reducir el número de pecados cometidos, incluso, hasta para quedar bien con el ministro de Dios…

ARRECIFES: Fue (se ignora si todavía pero mucho se cree) el discurso religioso oficial durante muchos años en la iglesia… Tiempo aquel, caray, cuando hasta los obispos y arzobispos incurriendo en el sacrificio solían agarrar un látigo y darse latigazos en la espalda desnuda para que el Ser Superior los perdonara… Y cuando sor Juana Inés de la Cruz cayó embrujada ante la belleza de la esposa de un Virrey y se convirtieron en amantes, la poetisa fue condenada a vivir enclaustrada en su cuartito en el monasterio sin salir para nada…

ESCOLLERAS: Cada ocho días, los menores llegaban puntuales, puntualitos, y desayunados, a la iglesia para participar en la doctrina… Y el presbítero, obsesionado para llenar de reproches y remordimientos a todos… De hecho y derecho, tenía una lista de pecados que solía recitar para sembrar el terrorismo entre los infantes… Casi casi, como una camisa de fuerza para normar la conducta de todos… La iglesia, adueñándose de las neuronas, el corazón y el hígado (y hasta el sexo) de los menores, mujeres y hombres… Tiempo, entre otras cositas pedagógicas, de que “la letra con sangre entra”…

PLAZOLETA: Pero al mismo tiempo, “veinte y las malas” en las regiones indígenas, campesinas y obreras, la iglesia católica sigue con su doctrina fin semanera fomentando el miedo “y el miedo al miedo” entre los menores… Así fue practicado desde la llegada de los monjes españoles con el conquistar Hernán Cortes… Y de igual modo, de seguro se reproducirá hoy… La certeza, como afirmaba una señora religiosa, de que “Dios castiga sin palo y sin cuarta”… Y la advertencia de que “allá (y en el otro mundo) lo pagarás con Dios”… (¡Ay la versión de que nadie ha visto a Dios, pero todos, sin excepción, lo han sentido!)…

PALMERAS: La iglesia católica siempre procuraba crear y recrear en los menores el temor, el pánico y el miedo a Dios… En ningún momento, el respeto… Tampoco la admiración por crear el mundo, por ejemplo, y en seis días y en el séptimo descansar… Menos, refocilar la imagen de un Ser Superior solidario, generoso y caritativo… Por el contrario, nada más efectivo que tenerle miedo… Y más, con el rollo de que te achicharrarás en el infierno con Luzbel y todos los males del mundo cuyo destino son las llamas para siempre…