800 mesalinas en un congal
**En Tijuana, el Disneylandia de la prostitución. Se llama Hong Kong, el table dance más famoso de América Latina
**Prostíbulo, discoteca, restaurante y hotel las 24 horas del día; las chicas trabajan en tres turnos
**Ha sido multado por reclutar menores de edad, por no mostrar su nómina real ni sus ingresos, por registrar muertes de clientes por sobredosis de “perico”
**Un inmueble de tres niveles que nunca cierra. Las fantasías más exquisitas de turistas gringos, asiáticos, europeos y mexicanos se viven en el Hong Kong/Noé Zavaleta
Dos mujeres de piel blanca, menores a los 24 años, juguetean con sus lenguas en un jacuzzi luminoso en la segunda planta del Hong Kong. Apenas dos tangas -ocultas por una nube de espuma- las mantienen “un poco vestidas”. Una torre de luz las alumbra, muy cerca de las escaleras donde una treintena de prostitutas extienden la mano a los clientes extranjeros, asiáticos y mexicanos que van llegando al prostíbulo cómo abejas a la miel. El show ha comenzado.
En la barra central, tres bailarinas se van despojando de sus ropas al ritmo de la música pegajosa de Karol G. y del lento caer de billetes de uno y cinco dólares que los comensales van “aventando” a cubetas blancas sostenidas en una barra en tonos rojos. Como dice el cantante francés Manu Chao: “Welcome To Tijuana, tequila sexo y marihuana”.
En el tercer nivel del Hong Kong, en un corredor de una veintena de mesas, hay lluvia de tequila, whisky, cerveza, ron, vodka y una veintena de chicas casi fornican con su clientela al ritmo frenético de la música, como queriéndolos convencer que por 150 a 200 dólares pueden ir a tener sexo sin desenfreno en “los cuartos moteleros” habilitados dentro del Table Dance. Por sí alguien tuviera dudas, ya en este tercer nivel queda claro que Tijuana es el Disneylandia de la prostitución.
Los gringos pudientes, tal vez los más vigorosos, sacan los billetes de cien dólares, esos que en el reverso traen el rostro de Benjamín Franklin y se llevan de a dos o tres jovencitas al cuarto. Por pudor, por control o por status, estás jóvenes que suben al hotel son subidas en batas de baño en cuyo reverso viene tatuado el logo del lugar H.K, por sí hubiera que restregarle al cliente que no existe otro lugar así de igual en Latinoamérica.
En las pistas del centro del tercer nivel ocurre un performance con música electrónica: Dos mujeres completamente desnudas se enjabonan con shampoo espumoso, mientras bailan sensualmente. En sus piernas apenas se asoman sus tatuajes debajo de pieles jabonosas: dragones, cruces, iniciales, una calaverita de la santa muerte y un rostro juvenil son los dibujos vitalicios de ambas jóvenes. Una de ellas, de claro origen colombiana.
Una decena de clientes observan impávidos el espectáculo. El “water show” junta clientes al por mayor. Dos meseros vigilan a corta distancia las cubetas de las propinas. Caen billetes de uno y cinco dólares a borbotones, por ahí se asoman también billetes de 20, 50 y 100 pesos.
El show sube de ebullición cuando las dos mujeres se tocan entre ellas y sacan de un pequeño bolso dos penes de plástico de tamaños desproporcionados. Un miembro viril de color blanco y otro negro, ambos de igual tamaño. Con facilidad, las jóvenes se los introducen en sus cuerpos y juegan con ellos. Con esa misma facilidad los turistas gringos vuelven a abrir la cartera y “avientan” más dólares a la pista. Los meseros recogen los mojados billetes, una cubeta -equivalente a un litro de pintura- casi se llena, la otra quedó por la mitad. La fiesta sigue, apenas son las 3 de la mañana.
El espectáculo es casi interrumpido por un cliente que no resistió las ganas de registrar fotografías y videos del peculiar momento. Dos zapes en la nuca y un “manita de puerco” y tres guaruras del Hong Kong sacan a un joven de tez negra que se quería llevar de recuerdo fotos y videos al gabacho. Aquí en el Hong Kong no se castiga el pecado, se sanciona el escándalo.
800 prostitutas caben en un solo lugar… En la zona rosa del último reducto que divide a México de Estados Unidos, en Tijuana, ya muy cerca de San Diego California, se encuentra el Hong Kong, el table dance más famoso de Latinoamérica. Famoso porque nunca cierra sus puertas y por albergar a más de 800 prostitutas en un solo lugar, sólo divididas por tres turnos. Es un imponente inmueble de tres pisos, que lo mismo funciona como discoteca, restaurante, hotel, shows eróticos, prostíbulo las 24 horas del día.
Aquí hay mujeres desde los 18 hasta los 37 años, las hay mexicanas del norte, del sureste, regias y jaliscienses, también chiapanecas, veracruzanas y tamaulipecas; pero también las hay centroamericanas, cubanas, colombianas, brasileñas, dominicanas, argentinas, uruguayas y de otras nacionalidades. Para todos los gustos: blancas, trigueñas, morenas, negras, caucásicas. De cuerpo natural, operadas, tatuadas, de pelo negro cenizo o con tintes fluorescentes.
“Aquí hay más variedad que en la Casa Mattel donde se inventó la muñeca Barbie” exclama divertido Fabián, un mexicano que viajó de Monterrey a una despedida de soltero programada en el Hong Kong, en donde confiesa que cada amigo trae diez mil pesos para gastarse en está noche de descontrol, que habrá de prolongarse hasta el amanecer.
Y el Hong Kong se ha vuelto inclusivo, de las 800 mujeres que hay en el lugar varias de ellas están abocadas a su clientela diversa. Atender tanto mesas de hombres como de mujeres. En el primer piso hay dos mesas escandalosas, repletas de mujeres como clientelas. Beben y beben sin parar “cubetazos” de cerveza, todas ellas enloquecidas con las estéticas bailarinas que apenas portan una prenda de vestir en todo su escultural cuerpo.
Visiblemente ebrias, las clientelas -ataviadas en holgados jeans y blusas vaqueras- muestran billetes de cinco dólares y les piden a las bailarinas que se les acerquen a la mesa. Al ritmo de la música cambian los billetes verdes con el rostro de Abraham Lincoln impreso por “besos de lengua”, acariciarles las nalgas. La clienta más atrevida, o la más ebria quizá, le “come los pechos” a la bailarina que más se acerca, delante de toda la concurrencia. Aplausos estridentes de sus amigas.
Y en las 800 muchachas que trabajan ahí se escuchan todos los nombres posibles e imposibles por el altavoz: Renata, Kimberly, África, Jackie, Susana, Britanny, Regina, Angelical, Cristhina, Yurley, Esmeralda. Una de ellas, confiesa, que en un día de “alta demanda” cada muchacha puede tener hasta cinco servicios sexuales. Me advierte que está semana santa se espera agitada por la alta afluencia turística. Serán días de altas ganancias.
Los meseros del Hong Kong son un ejército de moscas en busca de clientes que no quieren gastar dinero. Acosan a los comensales para que les inviten a las bailarinas cervezas de once dólares, para que consuman sin cesar tragos y wiskis, en el peor de los casos, aunque sea cubetazos. De alguna forma, la administración tiene que compensar los shows lésbicos, los performance de sexo en vivo y fiestas de espuma que ahí se ofrecen en el lugar. El imponente Hong Kong tiene como premisa satisfacer las fantasías más exquisitas de turistas gringos, asiáticos, europeos y mexicanos.
Hong Kong, intocado por la Ley…
El prostíbulo más grande, con una nómina superior a los mil empleados, ha sido multado por reclutar menores de edad, por no mostrar su nómina real ni sus ingresos, por registrar muertes de clientes por sobredosis de “perico” -la última ocurrida en el último trimestre del 2023- y ningún gobierno de MORENA, del PRI o del PAN ha intentado cerrarlo.
Es vox populli que en este lugar, además de turistas gringos, concurren mucho traficante de migrantes centroamericanos, mucho narcomenudista y en algunas ocasiones hasta jefes de sicarios o jefes de organizaciones criminales. Si el comercio sexual circula sin pudor algunos, el tráfico de estupefacientes, aunque más discreto, también lo hay y en abundancia.
En el 2021, el Gobierno de Baja California, a través de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STyPS) el Hong Kong fue multado por más de16 millones de pesos por ofrecer empleo a menores de edad.
Por la muerte de clientes al interior del lugar por sobredosis no ha habido ningún castigo, ha sido responsabilidad de los comensales por sus excesos. Apenas un par de cateos y la fiesta, durante las próximas 24 horas, debe de continuar.