Uno, los cuatro… degollados.
Dos, los cuatro, secuestrados, desaparecidos, torturados y asesinados.
Tres, una cabeza decapitada empaquetada con plástico.
Cuatro, uno de los cadáveres esposados de las manos y con candado.
Cinco, a su alrededor, veintitrés casquillos esparcidos de armas largas.
Seis, el cuarteto de cadáveres tirados cerca frente al letrero turístico multicolor de Tuxpan.

PASAMANOS: Ese mismo día, sábado dos de marzo, asesinado de dieciséis balazos el DJ del bar “La industria” de Tuxpan.
Indicativo, ejecutado cuando llegaba a su casa hacia las 6:24am luego de jornada laboral.
Dieciséis balazos, cuando, caray, a Rosita Alvírez le zamparon tres tiros y solamente uno era mortal.
Se llamaba Christian Santiago Baños, de 35 años.
Mucha, demasiada, excesiva rudeza (digamos) de los malandros exhibiendo el puño y los bíceps al sexenio de la 4T, MORENA y el obradorismo jarocho.
Rudeza innecesaria, sin duda.

CORREDORES: En Veracruz, cadáveres decapitados.
Cadáveres colgados de árboles y de puentes.
Cabezas decapitadas abandonadas en la pista de un antro y sobre la mesa de una discoteca.
Cuerpos humanos despedazados, desmembrados, hechos cachitos.
Metidos en bolsas negras arrojados en canales de aguas negras.
A la orilla del camino de terracería. En la autopista. En medio de los cañaverales cerca del camino.
Madres de familia plagiadas y desaparecidas luego de dejar a sus hijos menores en la escuela. Incluso, en el kínder del pueblo.
Señoras de la sexta y séptima y octava década asesinadas en sus casas con el único objetivo de robo y el saqueo.

BALCONES: Hombres secuestrados cuando hacen ejercicio en la mañana, tempranito, con el cobro de un rescate millonario.
Jóvenes y hombres maduros secuestrados no una o dos ocasiones, sino tres y cuatro.
Y en ningún momento interponer la denuncia penal en la Fiscalía General, primero, porque están seguros, ciertos, de que nada pasa.
Y lo peor, amenazados por los malandros de ir contra la familia en caso de la denuncia penal.

PASILLOS: Los narcos con sus pistoleros se endurecen mientras la autoridad estatal parece vivir en la contemplación.
Caray, en cuarenta días y noches, el capitán Fernando Gutiérrez Barrios pacificó Veracruz y la libró de la famosa “Sonora Matancera”, peligrosísimo cartel de entonces.
Pero Gutiérrez Barrios tenía experiencia policiaca. Incluso, con su equipo policiaco era temido hasta por los malosos.
Por aquí encarcelaron a cuatro jefes de los carteles de entonces, los otros huyeron de Veracruz despavoridos.
Y nunca, jamás, el resto del bienio aquel regresaron.
Entonces, con Dante Alfonso Delgado Rannauro, uno que otro volvió creyendo que Dante sería doblegado.
Y “en un dos por tres” acabó con ellos.

VENTANAS: Cuitláhuac, el góber, no puede.
No ha podido.
Y como dijo Teofilito, “no podrá”.
Los malosos “ya le pisaron la sombra”.
Y como nada pasa, entonces, carteles y cartelitos “crecen al castigo”.
Veracruz les pertenece.
Ellos hacen lo que desean.
En medio de la impunidad.
El destino cotidiano de los ocho millones 60 mil habitantes es de ellos.
Les pertenece.
Por eso, ningún ciudadano ni familia pueden cantar victoria.
Así, incluso, tengan escoltas.
Y aun cuando bien pudiera describirse a Veracruz “como la tierra de nadie”, ellos mandan en el territorio jarocho.
Por eso tanta saña, barbarie, alevosía, ventaja y premeditación con los cuatro cadáveres tirados en el bulevar de Tuxpan.