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Crónicas
Miércoles 28 febrero, 2024

Una semana en un metro de agua

Crónica sobre una inundación en Chacaltianguis, en la Cuenca del Papaloapan
Amos López Jennyfer
Universidad Veracruzana
Facultad de Ciencias de la Comunicación


Lo que parecía ser un día como cualquier otro se convirtió en una semana de sufrimiento para la gente de Chacaltianguis; un devastador recuerdo para Francisca López Ávila, una señora de 59 años de edad sobreviviente de una horrible inundación.
Era una mañana como cualquier otra de septiembre de 1972, en Chacaltianguis, Veracruz. Francisca, una niña de 12 años, delgada, cabello largo y castaño, alta y ojos color claro, despertó alarmada, su abuela le dijo que se subiera al tapanco rápido.- “¿Qué pasa?” preguntó angustiada.
El río se ha desbordado. Poco a poco el agua empezaba a subir y a meterse dentro de las casas. En ese entonces todas, o la mayoría, de las casas tenían pisos de tierra y palma, por lo que empezaba a oler dentro y fuera de la casa a humedad y tierra mojada.
-“Voy a buscar a tus hermanos” dijo su abuela.
Salió rápidamente, dejándola sola en casa. Francisca pudo notar de reojo por la ventana que afuera de su casa el río...

se estaba llevando las cosas de la gente.

Por experiencias anteriores, algunas personas de Chacaltianguis optaron por poner tapancos de madera en sus casas, donde podían estar mientras el agua bajaba; la casa de Francisca no era la excepción.

Su abuela antes de irse dejó una olla de café en la estufa. Francisca, en su intento de apagarla y subir la olla al tapanco ésta se volteó, dejando caer el agua hirviendo a su pierna.

Minutos gritando de dolor fueron suficientes para que los vecinos corrieran a auxiliarla. Para la tarde noche, cuando llegó su abuela casa, todo estaba cubierto de agua. Todo Chacaltianguis inundado con aproximadamente un metro de agua.

La vida de Francisca durante esa semana se basó en estar arriba del tapanco, comiendo cosas frías, calientes de vez en cuando. Ella y su abuela siguieron su vida un poco normal y aburrida allá arriba, al fin de cuentas tenían lo necesario para estar bien, esperando a que el agua bajara, lo cual no ocurría.

De vez en cuando salía a que le hicieran curaciones para su pierna hinchada, donde aprovechaba a ver cómo seguía la situación fuera de su casa; personas en chalupas transportándose de un lugar a otro, pertenencias de la gente en el agua. La cara de angustia y tristeza de la gente nunca se le va a olvidar.

El presidente de ese entonces, Luis Echeverría, al enterarse de la situación mandó despensas y cobertores a las familias del pueblo. Entre personas del mismo pueblo se ayudaban y compadecían del otro.

Las familias que vivían en lo alto y que no habían sido tan afectadas optaban por darle asilo a las familias que habían perdido sus casas y personas que sus casas se habían inundado.

Empezaron a transportarse en remolques de un lugar a otro, se crearon centros de acopio, donde se encontraban las personas afectadas que no les daban asilo, esto mientras el agua bajaba, cosa que seguía sin pasar.

Pasaron de 5 a 10 días aproximadamente para que el río terminara de bajar. Al terminar la pesadilla, todo Chacaltianguis tenía un olor muy fuerte a tierra húmeda y el ambiente era tenso. Esa vibra alegre entre los residentes de Chacaltianguis se había ido… Se convertía en algo muy triste.

Siguieron los grupos y centros de apoyo para personas damnificadas los días posteriores; los tapancos ayudaron mucho a la gente a salvar sus cosas.

Aunque ha habido más inundaciones, una de las más históricas y que aún recuerda con dolor la gente mayor de Chacaltianguis es la de 1972.


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