En los doscientos doce municipios, el coraje social se extiende y arraiga y recrudece.
Incluso, tendiendo hacia niveles electorales y con imprevisibles consecuencias para los candidatos oficiales a un cargo de elección popular.

PASAMANOS: En el viaje sexenal, mucho se duda que en los ciudadanos de a pie y motorizados la alegría, la dicha y la felicidad predominen en la vida cotidiana.
Todos, la mayoría estamos atascados en un Veracruz donde las bandas delincuencias son dueñas de los días y las noches.
Y el túnel del desencanto y la frustración social es tan largo que por ningún lado se asoma una lucecita.
Más, mucho más, luego de la matanza de Acultzingo con un menor de edad, dos mujeres y cuatro hombres ejecutados…
Y después del secuestro y desaparición de cinco campesinos de Actopan cuyo único delito es defender su legítimo derecho a la tierra.

CORREDORES: Si alguna actitud ante la vida ha sabido animar y reanimar y crear y recrear la tribu guinda y marrón en el poder estatal es, ha sido, será, el peor dolor de la vida.
Dolor de la vida girando alrededor de hijos y parientes plagiados y desaparecidos.
Quizá ejecutados. Acaso descuartizados y decapitados.
Y sepultados en fosas clandestinas.
En la mayor parte de las casas desde Tampico Alto hasta Las Choapas, una veladora recordando al pariente secuestrado y desaparecido.
Y en el altar casero la foto de la persona asesinada.

BLACONES: El dolor (y la impotencia por añadidura) como el padre nuestro y el ave maría de todas las mañanas al despertar y cada noche alistándose para dormir.
Un sufrimiento, caray, que con nada se cura.
Más, cuando de por medio se atraviesan y empalman el desdén y el menosprecio gubernamental al legítimo reclamo para frenar, disminuir, acotar, el tsunami de violencia.
Más cuando está probada y comprobada la vacilada del “Amaos los unos a los otros” y de “abracitos y besitos para los malos porque también son seres humanos”.

PASILLOS: “¡Qué duro es vivir!” escribió Albert Camus, Nobel de Literatura, para describir los días de Adolfo Hitler invadiendo Francia con sus tropas.
Y Argelia luchando por su independencia ante Francia.
Igual, igualito, digamos, como ahora en el territorio jarocho.
Duro y rudo estar desempleado y subempleado.
Rudo y duro seguir viviendo en la miseria, la pobreza y la jodidez.
Pero más espantoso y terrible cuando cada día y noche se vive en la incertidumbre y la zozobra temiendo un secuestro en casa y en la calle, una bala perdida, un robo, un atraco, una balacera, una desaparición, una ejecución, una fosa clandestina.

VENTANAS: A estas alturas, el único legado histórico del científico inventor del principal palacio de gobierno en Xalapa es una tristeza milenaria en las neuronas y los corazones de la población.
Ninguna razón de peso y con peso para estar contento, pues en el viaje sexenal nunca la elite política en el poder ha hecho feliz a la gente.
Se vive por inercia. Como robots. Y con mucho, enorme, insólito miedo, incluso, a las corporaciones policiacas, además, claro, de los malandros.
¡Vaya forma de vivir!