Trescientos soldados de la secretaría de la Defensa Nacional en el pueblo.
Los cadáveres entregados a los familiares.
El obispo de Orizaba clamando justicia.
Justicia.
Pronta.
Rápida.
Expedita.
Una masacre más.
Y como siempre, la Fiscalía General investigando. Abriendo carpetas y expedientes.
Y porfis, que nadie olvide. La matanza nunca, jamás, jamás, jamás, quedará impune.
“Ta’gueno”.
En Veracruz la solución a los graves pendientes sociales es el discurso verbal.
La promesa.
La venta de esperanzas ramplonas, baratas y demagógicas.
¡Ay, aquel tiempo cuando el góber jaranero asegurara que en dos años pacificaría Veracruz!
¡Ay, el tiempo cuando jurara y perjurara que “no permitiré más ajustes de cuentas”!
¡Ay, cuando gritoneara que en “Veracruz las mujeres pueden soñar”!
¡Ay, cuando luego de cada asesinato, feminicidio y matanza anuncia el blindaje del pueblo!
¡Hosanna, hosanna!
Casi casi como el secuestro y desaparición de los cinco campesinos de Actopan que con suficiente tiempo de anticipación solicitaron el apoyo del gobierno del Estado para el conflicto de tierras.
Y nunca fueron escuchados.
El desdén.
El menosprecio.
La indiferencia.
La apatía.
“Aquí mando yo” exclamara la Fiscal General al tomar posesión del cargo y para durante nueve años.
Dos mujeres asesinadas en Acultzingo.
Y cuatro hombres.
El sexteto, de seguro, tendrá hijos.
Y los hijos y familiares sobrevivientes han de saber que el góber, a tono con las bequitas bimensuales del obradorismo, creó y recreó una cosita llamada Beca Especial en Derechos Humanos.
Y con esa bequita otorgan quinientos pesitos mensuales a los hijos de las personas secuestradas, desaparecidas, asesinadas y feminizadas en el Estado jarocho.
De entre cinco a seis mil pesos… anuales.
Ta’gueno.
¡Hosanna, hosanna, bienaventurado el góber jaranero!

II (El mesías del Golfo de México)
Acultzingo, “una mancha más al tigre” de la colonia Macuiltépetl de Xalapa.
Una muesca más en la Magnum.
Siete hogares más enlutados. Y con veladora prendida en el altar casero y una tumba para visitar el fin de semana en el panteón municipal.
Hijos, sin duda, y menores, quedados a la deriva.
Padres ancianos, todos indígenas, en el peor abandono económico y social.
Esposas viudas.
Un dolor familiar que con nada se cura.
Ni siquiera predicando el “Amaos los unos a los otros” y perdonando a los sicarios “porque también son seres humanos”.
“La Santa Muerte” paseando en los cuatro puntos cardinales de Veracruz y como dicen en el barrio, “como en su casa”.
Más que la vida en Veracruz, la muerte.
Más que la alegría, la dicha y la velocidad, el infierno.
Un infierno llamado Veracruz.
Se insiste:
Es el único legado histórico de Cuitláhuac, el inventor del palacio, y tribu anexa y conexa y similares y parecidas.
¡Suerte, gran suerte, del góber!
Silencio de los diputados locales y federales y senadores… ante la matanza de Acultzingo.
Silencio de los líderes estatales de los partidos políticos.
Silencio del par de candidatos a gobernador.
Silencio de las ONG.
Silencio, caray, de los activistas.
Y, claro, el respaldo de AMLO, el presidente.
¡Hosanna, hosanna, un mesías ha nacido de cara al Golfo de México!