Los pobres, sin esperanza
**Peligroso Estado Social
**Avisito de la Arquidiócesis
ESCALERAS: La Arquidiócesis de Xalapa ha descubierto un nuevo estado social. Digamos, una actitud de vida radical. Dura y ruda. Están creciendo, dice en comunicado, “los pobres sin esperanza”.
Y de acuerdo con la historia, “los pobres sin esperanza” son como los indígenas y campesinos que el 16 de septiembre de1810 en la misa de seis de la mañana oficiada por Miguel Hidalgo decidieron tomar sus peligrosas armas (palos, piedras, machetes) para irse la guerra de Independencia.
Luis Velázquez
Y como los campesinos que en un filme basado en una novela de Bruno Traven toman las armas y se lanzan contra compañía petrolera.
PASAMANOS: Y/o como los indígenas del estado de Chiapas que el primero de enero de 1994 con el subcomandante Marcos tomaron San Cristóbal Las Casas.
Según la historia, “los pobres sin esperanza”, aquellos que han perdido la fe en todo y con todo, con “tantas cornadas que da el hambre”, únicamente tienen la lucha frontal contra las tribus políticas y empresariales.
Luego, capaces de llegar a la sublevación total creando y recreando, digamos, no un Estado anárquico, sino un Estado convulsionado por la miseria, la pobreza, la jodidez, el desempleo, el subempleo, los salarios pichurrientos de hambre y la migración.
CORREDORES: En la película “El infierno”, Mario Almada dice a Joaquín Cosío, el famoso “Cochiloco”:
“Es bueno creer. Pero es mejor (mucho mejor) no creer”.
Y es que se deja de creer cuando se ha perdido la esperanza. Y según el sicólogo del barrio, nada más riesgoso en la vida pública como un pueblo sin esperanza, sin fe, sin certidumbre, en la zozobra.
BALCONES: Razones de peso y con peso tendrá el arzobispo para suscribir el comunicado.
Cierto, dijo que “crece la cantidad de abortos.
Y de asaltos a mano armada.
Y la violencia no termina.
Y se vive en constante angustia.
Pero también crecen los pobres sin esperanza”.
A un pobre sin esperanza únicamente queda su vida para defender a los suyos (la esposa, los hijos, los padres ancianos, etcétera) y dispuesto a ofrendarla donde sea necesario.
Incluso, y en la desesperación económica y social, hasta irse por voluntad propia con los carteles y cartelitos, sicarios y pistoleros, malosos y malandros, con tal de llevar unos centavitos a casa para la despensa y la salud.
Claro, conscientes de que la vida se arriesga en cada nuevo amanecer y anochecer.
Pero “peor es cruzarse de brazos”.
PASILLOS: De seguro el arzobispo, igual, igualito que su antecesor, don Rafael Guízar y Valencia, habrá recorrido su área de jurisdicción eclesiástica.
Ninguna duda de que en compañía de cada Obispo en su Diócesis también se habrán echado el morral al hombro y caminado en las regiones indígenas y campesinas.
Y “más que tener los pelos de la burra en la mano, tener la burra completa” para asegurar que están creciendo “los pobres sin esperanza”.
VENTANAS: Nadie como los ministros de la Iglesia Católica y Apostólica tienen sensibilidad social y religiosa y cultural para escuchar los latidos sociales.
Y, bueno, y como todo “en la viña del Señor”, hay pobres llenos de esperanza.
Incluso, de una esperanza racional.
Pero lanzar en un comunicado la existencia de pobres y pobres entre los pobres, es decir, gente viviendo la miseria atroz, y con la esperanza perdida, ta’canijo.
Cero esperanza en ellos. Cero esperanza en los políticos, desde el presidente municipal hasta el gobernador y el presidente de la república.
Sin esperanza en la vida resta tirarse al Golfo de México. Y/o como Ana Karenina, a las ruedas de un ferrocarril circulando…