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Escenarios
Viernes 02 febrero, 2024

Los peores trabajos

**Exponer la vida
**Niños como burritos

UNO. Trabajos duros y rudos

Hay trabajos difíciles. Lo peor: se labora mucho y se percibe salario bajo. Incluso, a veces llega a sentirse que el empleado ha de pagar una cuota al patrón por la oportunidad.
Entre otros, los siguientes: Los llamados “hombres-topo”.

Luis Velázquez

Los trabajadores en el fondo de la tierra. Respirando y oliendo las cañerías. El drenaje. Y con frecuencia, alternando con las ratas. Las ratas del subsuelo. Y, claro, con el riesgo de quedar atrapados con un derrumbe. Un talud.

DOS. La vida difícil de mujeres

Las trabajadoras sexuales. Subastando el cuerpo con hombres desconocidos. Borrachos. Ebrios. Barbajanes. Machitos. Y el riesgo de una golpiza. El maltrato. La mujer como objeto y sujeto sexual calenturiento.
Las trabajadoras domésticas. Horarios extenuantes. De siete de la mañana a siete de la noche. Y sin el legítimo derecho a una vida propia. Sobrecarga laboral. En un día la patrona desea que haga todo y deje la casa limpiecita.
Los indígenas y campesinos como jornaleros en el surco. Horarios singulares, ofensivos, humillantes. Desde antes de que el sol sale hasta cuando la luna alumbra el surco. Y, claro, sin el legítimo derecho a las prestaciones médicas, económicas y sociales establecidas en la Ley Federal del Trabajo.

TRES. Niños como burritos

Los cargadores en los mercados populares y las centrales de abastos. Incluso, niños menores de edad echándose la carga pesada a la espalda como si fueran unos burritos. Diez, doce horas corridas trasladando bultos pesados de un extremo a otro de la central de abastos y del mercado.
Los albañiles y los pintores en la construcción de una casa, un departamento, un edificio, unas oficinas. Y aun cuando tienen la fama pública de que con ellos “los lunes ni las gallinas ponen” y suelen llegar hacia las nueve, diez de la mañana, al centro laboral, ta’cañón un trabajo tan duro y pesado.

CUATRO. Apostar a la esperanza

Los franeleros y los “viene viene viene”. Todos, viviendo de la esperanza. Mejor dicho, de la generosidad del conductor que estaciona el automóvil en la vía pública cerca y/o enfrente del restaurante y el café, la oficina, el taller. Sin un patrón, ellos son sus patrones. Pero rudo porque
cada día es un comienzo de cero. Caray, si llegan temprano, digamos, “al centro de trabajo”, entonces, todos los días desayunar picadas y gordas por más baratas, y/o en todo caso, la tortita que la pareja prepare en casa y/o ellos mismos se preparen.

CINCO. Exponer la vida

Los policías. Todos los días y noches arriesgando la vida. Más, como ahora, cuando los carteles y cartelitos, sicarios y pistoleros, malosos y malandros son, parecen, los dueños de la vida pública y privada. Una de dos: los polis se alían con los malos o los enfrentan. Y si deciden combatirlos, entonces, la muerte teniendo permiso a la primera de cambios.
Incluso, y como sucediera en Úrsulo Galván en el sexenio de Javier Duarte, siete policías desaparecidos… hasta la fecha.

SEIS. Periodismo en peligro

Trabajo duro y rudo y pesado y riesgoso el periodismo.
El dato de la Comisión Estatal de Atención y Protección a Periodistas: en estos momentos hay ochenta reporteros bajo resguardo y custodia oficial pues están amenazados por carteles, presidentes municipales y grupos políticos locales y regionales.
Además, los salarios ofensivos y groseros en los medios escritos, hablados y digitales.
Además, sin las prestaciones de ley.
Además, sin el pago de horas extras.
Y sin el reparto anual de utilidades.
Y si un periodista se vuelve incómodo, por ejemplo, para un político, el dueño del medio lo despide por indeseable y, claro, porque así lo solicitó, insinuó, pidió, el político.


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