El góber hablador
I (Quince cadáveres en Tuxpan)
El góber obradorista de Veracruz está furioso. Todo, o casi todo, se le continúa descomponiendo.
La violencia, fuera de control.
Los feminicidios, “a la orden del día”.
Los secuestros, en primer lugar nacional.
Y los desaparecidos también.
Luis Velázquez
Y se ni diga más fosas clandestinas, como en Río Blanco, donde el Colectivo de la señora Aracely Salcedo sigue esculcando la tierra buscando cadáveres luego de que han descubierto un total de veintitrés.
Ahora, caray, quince cadáveres arrojados sobre el puente del río Tuxpan.
Cinco mujeres. Diez hombres.
En hieleras, tambos y bolsas negras.
Incluso, desembrados algunos regados en el pavimento.
Y con dos mantitas alusivas con mensajes cariñosos.
Igual, igualito, cuando hacia el inicio del sexenio de Javier Duarte le tiraron trece cadáveres en el puente que une a Veracruz con Tamaulipas.
Y cuando, además, pasado un ratito, le arrojaron treinta y cinco cadáveres en el paso a desnivel de la avenida Adolfo Ruiz Cortines, en Boca del Río, frente a la plaza comercial “Las Animas”.
Entonces, irritado, furioso, desbordado, Javier Duarte tomó el teléfono y habló por teléfono al Procurador de Justicia, Reynaldo Gaudencio Escobar Pérez, y le mentó la madre… como si él fuera el culpable del regadero de cadáveres.
Y Reynaldo, un hombre, un político digno, le devolvió la mentada de madre diciéndole que “a mí nadie me la mienta”.
Y de inmediato le informó que le estaba enviando su renuncia.
Ahora, Cuitláhuac, igual que Duarte, reaccionó con furia ante el tiradero de cadáveres sobre el puente de Tuxpan.
Uno:
De acuerdo con el gran gobernador obradorista, se trata de una estrategia de los medios “para golpearlo mesiánicamente”.
(¿Mesiánicamente?)
A tono, digamos, como cuando la Senadora Gloria Sánchez descubrió un Complot Mediático en contra de Cuitláhuac para derrocarlo.
Y sin nunca, jamás, presentar pruebas ni menos interponer una denuncia penal en contra de medios concretos y específicos.
Es decir, pura lengua.
Dos:
Y “golpearlo mesiánicamente para ver si nos prestamos con Felipe Calderón y Genaro García Luna para hacer pactos” con los carteles y cartelitos, sicarios y pistoleros, malosos y malandros.
Tres:
Una estrategia de medios, aseguró, “para intentar justificar acciones”.
Cuatro:
En tanto, su gran Fiscal General dijo (claro, lógico, obvio y una vez más) que “harán justicia”.
Y por lo pronto, acuñó nuevo concepto penal para el asesinato múltiple de civiles.
El siguiente:
En vez de llamar “pan al pan y vino al vino” los quince cadáveres son “elementos anatómicos humanos”.
¡Ah!, necesita recordarse, primero, que en la toma de posesión, Cuitláhuac García juró y perjuró que en dos años pacificaría Veracruz cuando Fernando Gutiérrez Barrios únicamente necesitó cuarenta días y cuarenta noches.
Y segundo, que hacia la mitad del viaje sexenal, Cuitláhuac también juró y perjuró que nunca más permitiría “ajustes de cuentas” entre los malandros.
Bien dicen en el rancho: “El pez por su boca muere”.
También, “más pronto cae un hablador que un cojo”.
II (“Si no hay complicidad hay omisión”)
En tanto, el Procurador de Justicia en el Distrito Federal y Procurador General de la República…
Y subsecretario y secretario General de Gobierno en Veracruz…
Y titular del Sistema Nacional de Seguridad Pública…
Ignacio Rey Morales Lechuga dictó conferencia en la Universidad Cristóbal Colón.
Primer enunciado:
El gobierno de Veracruz “no controla, no contiene, no reprime ni resuelve la violencia”.
Segundo enunciado:
En Veracruz, “la delincuencia organizada es tolerada por la autoridad estatal”.
Y tercer enunciado:
“Si no hay complicidad hay omisión”.
Claro, categórico y macizo.
Sin rodeos ni ambages.
III (Malos, dueños de Veracruz)
Desde hace ratito, en el tiempo sexenal de la 4T, MORENA y el obradorismo jarocho, la delincuencia organizada y común está apropiada de Veracruz.
Uno:
Los robos a casas y asaltos a comercios totalmente descarrilados. Incluso, caray, hasta joyerías de plazas comerciales.
Y ni se diga los asaltos carreteros a los tráileres.
Dos:
Veracruz, campeón nacional en feminicidios, secuestros, desapariciones (y hasta desaparición forzada), extorsiones y fosas clandestinas.
Tres:
Veracruz, un fosario para los migrantes de América Central en su paso por la entidad.
Cuatro:
De acuerdo con el góber jaranero, narco alcaldes, narco síndicos, narco regidores y narcos funcionarios municipales.
(Con todo, claro, que nunca ha aportado pruebas ni tampoco detenido a los (presuntos) narcos políticos.
Cinco:
Los famosos, legendarios, míticos y bíblicos ajustes de cuentas disputando la jugosa plaza Veracruz.
La autopista de sur a norte. Los tres puertos marítimos para la carga y descarga de droga. Las pistas clandestinas. El consumo de drogas. Los negocios turbios como la prostitución y las cantinas con venta de droga. Entre otras cositas.
Seis:
El tiradero de cadáveres, en su mayoría, de hombres.
Siete:
Y la impunidad galopante como un jinete del Apocalipsis, un Círculo del Infierno.
Y ante el oleaje de violencia, el góber salsero, huapanguero, danzonero, camaronero, bistecero y jaranero, proclive a mostrarse con camisas rosaditas, inculpando a los medios.