Inició cuando tenía trece años de edad. Y para lavar los trastes del desayuno, la comida y la cena la trepaban a una sillita para alcanzar el fregadero.
Luego, su tarea era estar pendiente de los hijos menores de aquel matrimonio.

DOS. Derecho a dos jubilaciones

La Ley Federal del Trabajo establece que para jubilarse han de cumplirse treinta años de antigüedad.
La señora “F” ha cubierto, entonces, el tiempo suficiente para dos jubilaciones. Digamos, dos pensiones.
Y todavía le sobrarían siete años a su favor.
Pero cosas raras y extrañas de la vida: dejó el ombligo enterrado con esa familia como se afirma por ahí.
Y por más y más oportunidades planteadas ella se empeña de manera obsesiva en continuar en el frente de batalla.
En tiempo estelar se volvió cocinera. Luego, la jefa de cocineras porque es una familia grande. Después, la jefa y la ecónoma. Y luego, la jefa, la ecónoma y la encargada de la despensa a comprarse todos los días en el mercado y la plaza comercial.

TRES. Es un roble

Ella está al frente de cinco trabajadoras domésticas. Y se encarga, caray, de la comida para la familia y para las compañeras de trabajo.
Y a los ochenta años de edad todos los días va al mercado. La lleva el chofer de la familia en el automóvil.
Y con toda la lucidez del mundo y la energía y el mejor karma y la buena bilirrubina, por fortuna nunca se enferma.
Tiene por ahí los achaques normales de la edad. Por ejemplo, la presión arterial y que controla. Los triglicéridos y que mantiene bajo vigilancia médica.

CUATRO. Más jarocha que La Bamba…

La señora “F” casó y varios años después su pareja agarró camino. Y ella quedó al frente de un hijo. Ahora, casada y con hijos.
Todos son procedentes de Oaxaca, pero radicados en la ciudad jarocha con tanta antigüedad que son más jarochos que “La bamba” como dice aquella.
Pero con todo está convencida de que su obligación moral está con la familia con quien trabaja.

CINCO. La fiesta en paz

Unas veces a la semana ocupa las tardes para la manualidad con las amigas y en donde se divierte a plenitud escuchando la plática de todas ellas.
Por lo general, ella escucha. Nunca habla. Menos opina. Ni tampoco suele dar consejos si se los piden.
“En boca cerrada no entran moscas” dice.
Y es respetuosa de las opiniones de las compañeras de la manualidad y todas, claro, la respetan.
Entre otras cositas por los ochenta años de edad… que no cualquiera y tan repleta de energía y la memoria fresca, fresquecita.

SEIS. Mejor salud que Superman

Tiene Seguro Social y únicamente lo aprovecha para dotarse de la cajita mensual de la presión arterial.
Pero de ahí pa’lante, nunca ha estado internada porque su salud es de Superman. Mejor dicho, de la Batichica, la compañera de Batman y Robin. De Jane, la pareja de Tarzán.
Tan es así que al resto de asistentes domésticas a su lado las da “veinte y las malas” en la experiencia, la sazón y la vitalidad.