Segundo, ajustar cuentas de la administración pública para evitar desaguisados futuros de que “a Chuchita la bolsearon”.
Tercero, cabildear para favorecer a los amigos del primero y segundo círculo del poder del góber salsero.
Y cuarto, claro, para que el góber salsero pueda brincar al siguiente peldaño en la escalera del poder.
La herencia (fatídica) de MORENA, la 4T y el obradorismo en Veracruz es clara y sencilla, nítida y transparente:
Uno. Un Veracruz con un creciente desempleo, subempleo y migración, sobre todo, a Estados Unidos, y para donde están caminando mujeres, un hecho insólito.
Dos. Un Veracruz en el ranking nacional de los desastres y el caos. Feminicidios, secuestros, extorsiones, desaparecidos y fosas clandestinas.
Bastaría referir la existencia de treinta Colectivos, integrados con padres con hijos y parientes secuestrados y desaparecidos, quizá asesinados, acaso sepultados en fosas clandestinas.
El dolor y el sufrimiento de miles de familias.
Niños huérfanos.
Parejas viudas.
Padres ancianos que dependían de los hijos desaparecidos a la deriva social.
Lo único que en el sexenio guinda y marrón ha crecido son los cementerios en todos y cada uno de los doscientos municipios.
Simplemente, ninguna demarcación existe de norte a sur y de este a oeste de la entidad jarocha libre, exenta, blindada, contra la incertidumbre, la zozobra, la inseguridad y la impunidad.
Por desgracia y desventura, un sexenio más perdido para los seis millones de los ocho millones 60 mil habitantes de Veracruz viviendo y padeciendo la miseria y la pobreza.
Caray, 550 (quinientos cincuenta mil) personas de 14 años de edad en adelante son analfabetas. No saben leer ni escribir, ni tampoco en el sexenio las enseñaron.
Más un millón de paisanos con la escuela primaria completa.
Más otro millón con la secundaria a medias.
Más 600 (seiscientos) mil habitantes con el bachillerato inconcluso.
Más, mucho más, cuando Veracruz es pródigo en recursos naturales y habitado por gente jodida.
Insólito y paradójico: En los últimos cinco años, ninguna obra pública, digamos como referencia, punto de partida, a la altura del Tren Maya, la Refinería de Dos Bocas y el aeropuerto Felipe Ángeles.
Acaso por ahí, la obra común y sencilla de una callecita pavimentada, un jardín de niños construido, una aulita escolar para escuela primaria, unas llavecitas para el agua potable, una clínica de salud en las regiones rurales.
Digamos, una obra de infraestructura que bien los vecinos organizados pueden construir como sucedió en el cuatrienio de Dante Alfonso Delgado Rannauro, tiempo del Salinismo.
El reality-show de los Pueblos y Barrios Mágicos (sólo uno, por ahora, como para “tapar el ojo al macho”) porque así, cacarearon, se incrementaría el turismo municipal y regional.
Caray, el show con los tianguis de higos y mangos en Xalapa. Y de pambazos en Xalapa. Y el monumento al Señor Don Tegogolo en Catemaco.
Ocurrencias, quizá, geniales, como para distraer la atención ciudadana sobre el Veracruz feminicida, por ejemplo.
Y de ñapa, más deuda pública y en contraparte, devolviendo a la Federación dinerito enviado para la obra pública, nunca, jamás, erigida.

II (Se mofan del gobernador)
Nunca un gobernador como ahora tan entregado al presidente de la república.
Y poniendo el aparato gubernamental de Veracruz al servicio de la candidata presidencial y de la candidata de AMLO a gobernadora.
Y chocholeando “a tiro por viaje” al presidente de la república y quien en par de ocasiones lanzara a Cuitláhuac García como su favorito para la candidatura a gobernador rebasando por completo a obradoristas probados y comprobados como fueron y son Manuel Huerta Ladrón de Guevara y Amado de Jesús Cruz Malpica.
El góber dejando una imagen sacrosanta de frivolidad y vanidad alrededor del Palacio de la Salsa, el huapango en la vía pública y el concurso de danzón en Actopan.
Incluso, hasta boletinando en las redes sociales su fotografía bailando salsa con sus barbies del palacio, su favorita, Dorheny, a quien luego de ungirla diputada federal y secretaría del Trabajo y Previsión Social la apuntala para la Senaduría de la República.
Igual, igualito, como en los gobiernos priistas y panistas.
Ninguna diferencia en el ejercicio personal de ejercer el poder y gobernar.
Un sexenio más perdido.
Intrascendente.
Insustancial.
Ni modo, como si sobre Veracruz pesara una maldición satánica como cuando Yahvé envió diez plagas sobre Egipto para destruir al Faraón resistiéndose a dejar en libertad a los hebreos a quienes mantenía esclavizados.
Peor tantito: En las redes sociales, en el WhatsApp, en los tuitazos, en las reuniones de las señoras con desayunito y el cafecito y la tertulia se pitorrean y mofan y burlan del góber precioso del obradorismo.
Ningún respeto les inspira ni inspira a gran parte de la población.
Simplemente, por tanta incompetencia el descrédito en el palenque social.
El único objetivo y prioridad de Cuitláhuac fue congraciarse y quedar bien, primero, con AMLO, el presidente.
Después, con Claudia Sheinbaum Pardo.
Y luego, con Rocío Norma Nahle García.