Y Ravelo ha publicado su último libro. Se llama “El amo de Jalisco”, y en donde cuenta la historia de Alfaro ligado a la delincuencia organizada.
Entonces, en la Feria Internacional organizaron, igual, igualito como de otros tantos escritores, la presentación de su último libro.
El número catorce.
Varios Sellers.
Y de pronto, ¡zas!, la Feria Internacional del libro avisó que la presentación era cancelada.
El libro incómodo para Enrique Alfaro, proclamado a sí mismo (ajá) un político respetuoso de la libertad de expresión establecida en la Constitución General de la República.
La librería Gonvill se negó a vender su libro, además.
Más todavía: en las librerías de Jalisco también rechazaron su venta.
Alfaro, escribió Ravelo en las redes sociales, es el culpable de dicha censura.
Además, la librería Gonvill ninguna explicación ofreció a la editorial ni menos, mucho menos, a Ravelo.
Ravelo planteó, incluso, en sus tuitazos “la posibilidad de un tipo de amenaza y acto de censura en el narcogobierno de Enrique Alfaro”.
Peor tantito: La manifiesta expresión de que en la Feria Internacional del Libro hay censura.
“Las libertades en México son una farsa”, proclamó.
Más con un bloqueo generalizado en Jalisco a su libro número catorce.
El libro “El amo de Jalisco, un gobierno con estructura criminal” (el gobierno de Alfaro) retrata con puntualidad la existencia del Estado del país “más mortífero, cuyos cárteles controlan hasta el ochenta por ciento de la vida” en la entidad.
Ni hablar, “la vida es así y qué le vamos a hacer”.
Lo bueno, digamos, que en automático “El amo de Jalisco” se venderá como “pan calientito (y sabroso) salido del horno” en el resto de “la república amorosa y humanística”.
La censura del góber precioso del MC lanzará el libro al estrellato nacional.
Y Ravelo saldrá ganando.
Vaya, garantizada desde ahora una altísima circulación.
¡Te queremos, Enrique Alfaro, te queremos!
El primer gobernador en el país del Movimiento Ciudadano exhibido por él mismo.
El Faraón de Jalisco.

II (La burra completa en la mano)
Muchos, demasiados callos ha pisado Ravelo en su vida periodística.
Y nunca, jamás, ha sido desmentido.
Tampoco ha enfrentado una denuncia penal interpuesta ante la autoridad correspondiente.
Es más, hasta ahora, ningún gobernador en funciones ni tampoco ex ni un secretario de Estado se ha manifestado con tanta violencia en su contra como el emecista Enrique Alfaro.
Piel frágil y delicada.
En todo caso, si Ravelo miente en su libro, ahí están las instancias oficiales para la denuncia penal.
Incluso, hasta por daño moral.
Como le dijo el director general del The Washington Post a los reporteros Bob Woodward y Carl Bernstein cuando investigaban el caso Watergate:
Uno, si van a meterse con el infierno cuiden su vida privada y su autoridad moral.
Dos, arreglen sus papeles con el fisco.
Y tres, no anden de noche ni menos en las cantinas ni moteles.
Y cuatro, menos con mujeres prohibidas.
En Ravelo hay una gran autoridad moral.
Ni se diga periodística.
Respetado y respetable.
Pero ni hablar, siempre aparece “un frijolito en el arroz”.
El maestro de la investigación periodística, por fortuna, está acostumbrado a tales desaguisados.
Los veinte años o más en Proceso le enseñaron el oficio ejercido con rispidez cuando se cuentan las historias álgidas con puntualidad.
Y más que “tener los pelos de la burra en la mano, tiene la burra completa”.
Quizá, quizá, quizá, por eso mismo el furor del góber precioso de Jalisco en su contra.