Justicia tardía
I (Pero justicia al fin...)
En el mes de febrero del año 2014, el reportero Gregorio Jiménez de la Cruz, del periódico “El Liberal”, fue secuestrado y desaparecido en su pueblo, Villa Allende, en el municipio de Coatzacoalcos
Los malandros se lo llevaron.
De acuerdo con la versión, los sicarios lo obligaron a cavar su propia sepultura con una pala.
Luis Velázquez
Luego le pegaron un tiro por la espalda y el tiro de gracia y lo enterraron.
Tiempo después, el cadáver fue hallado en una fosa clandestina en el municipio de las Choapas.
En el sur, como en la ciudad de México, los medios clamaron justicia.
Incluso, marchas de trabajadores de la información en el viejo Distrito Federal y Coatzacoalcos.
El procurador General de Justicia de entonces, Felipe Amadeo Flores Espinoza, y la vocera duartista, María Georgina Domínguez Colio, se reunieron en Coatza con los reporteros, fotógrafos y camarógrafos para, digamos, rendir cuentas.
Uno de los periodistas más encendidos con el micrófono en turno fue, hasta donde se recuerda si se recuerda bien, Ignacio Carvajal García.
El duartazgo dejó a Veracruz convertido “en el peor rincón del mundo para el gremio reporteril”.
Un total de diecinueve reporteros, fotógrafos, camarógrafos y editores fueron plagiados, desaparecidos, asesinados, decapitados y algunos enterrados, como Gregorio Jiménez, en una fosa clandestina.
Pasó el bienio de Miguel Ángel Yunes Linares y además de agregar el asesinato de cinco reporteros más en veinticuatro meses, nunca los asesinatos de colegas en el sexenio de Duarte fueron esclarecidos.
Ahora, y hacia finales del quinto año del sexenio obradorista en Veracruz, el trascendido de que un presunto homicida material de Gregorio Jiménez fue detenido.
La Fiscalía Especializada en Materia de Derechos Humanos lo ubicó en Estados Unidos.
Allá, capturado y enviado a Nuevo Laredo. Y de Nuevo Laredo a Xalapa.
Se llama José Luis N. y está señalado de plagio y homicidio.
Digamos, una justicia que duró nueve años en llegar para la familia, la esposa y los hijos, los tíos, los primos, de Goyo.
Mucho, demasiado, excesivo tiempo, pero, bueno, ahí está.
Faltan, claro, por aclararse el mayor número de asesinatos de reporteros y fotógrafos y camarógrafos en el Estado jarocho, ay “la noche tibia y callada” de Agustín Lara.
En el sexenio de MORENA y la 4T en Veracruz un total, por ahora, de diez colegas ejecutados.
II (Un pueblo esperando justicia y que parece mucho pedir)
En cada uno de los doscientos doce municipios de Veracruz hay familias esperando la procuración de justicia y el fin de la impunidad con parientes secuestrados, desaparecidos, torturados, ejecutados, decapitados, tasajeados en cachitos, envueltos en bolsas negras y sepultados en fosas clandestinas.
En otros casos, los cachitos de varios cadáveres abandonados en una hielera en una calle y otros acomodaditos en refrigeradores, como en Poza Rica, por ejemplo.
Mucho, muchísimo dolor y sufrimiento en número incalculable de familias.
Bastaría referir que de norte a sur y de este a oeste del Estado hay más de treinta Colectivos, padres de familia, sobre todo madres, buscando a los hijos y parientes.
Pareciera, incluso, que lo único que ha crecido en los últimos cinco años del obradorismo son los cementerios en cada demarcación.
Montón de familias con una veladora prendida en el altarcito con la Virgencita de Guadalupe rezando el rosario por el eterno descanso de los suyos.
Y, claro, porque los suyos desaparecidos pudieran por ahí volver a casa, digamos, a partir de un milagro.
Nueve años la familia de Goyo Jiménez esperando la justicia.
Nueve años en el desamparo económico y social pues Goyo significaba el sostén de la esposa e hijos.
Por eso, además, trabajaba como fotógrafo ambulante y en los eventos sociales del pueblo, parece, en compañía de su señora esposa.
Las hermanas gemelas de la incertidumbre, la zozobra, la inseguridad y la impunidad como los jinetes del Apocalipsis, los Círculos del Infierno y los males de la caja de Pandora enviada por Zeus para vengarse de la tierra.
Días y noches duras y rudas y difíciles, avasallantes, huracanadas vividas y padecidas desde el primer año de Duarte, el año 2011, a la fecha.
Cada gobernador con su cuota de sangre.
Las generaciones políticas en el principio de Peter.
No pudieron. No han podido. No pueden reducir, estrangular, desaparecer, obnubilar la temporada huracanada del infierno social.
Aquí, “la muerte sigue teniendo permiso”.
Más, mucho más, porque los malos saben, están conscientes, tienen la certeza de que “no pasa nada” cuando cometen fechorías y trastupijes.
Y en automático, “se crecen al castigo”.
El presunto homicida material de Goyo Jiménez está detenido.
Pero… mucho se duda de una mejor calidad de vida en las familias cuando la premisa universal es de nueve años adversos y torrenciales.
El único legado histórico es el dolor y la tristeza familiar.
Y por el otro lado, seguir arrastrando la carreta para el itacate y la torta en casa.

