Todos, ofreciendo el mundo maravilloso, digamos, de lo inasible. La tierra prometida. El paraíso terrenal.
“Un país, claman, seguro, con oportunidad, desarrollo e inclusión”.

PASAMANOS: En la mesa de los sacrificios, los aspirantes presidenciales y a nueve gubernaturas (entre ellas, la de Veracruz) enalteciendo a las familias para vivir (ajá) en una república sin sobresaltos ni urgencias económicas y sociales.
“Hoy tenemos, juran y perjuran, la oportunidad de cambiar la historia”.
¡Vaya farsantes!
Seis de cada diez habitantes del norte a sur y de este a oeste del país están en la jodidez.
Además, de vivir y padecer un país ensangrentado, borboteando sangre femenina y masculina.
Insólito: treinta millones de mexicanos (de los cuales un millón son originarios de Veracruz) en Estados Unidos como migrantes, la mayoría sin papeles.

CORREDORES: Todos ellos exhibiéndose como honestos, íntegros, honrados “y a prueba de bomba”.
Mujeres y hombres ejemplares. Intachables. Tocados por la gracia de Dios
Y al lado de ellos, un montón de aduladores con el único objetivo de ser incluídos en un cargo público alto, mediano o menor de acuerdo, con claro, con el grado de relación, amistad, confianza y complicidad con los políticos encumbrados en el poder sexenal.

BALCONES: Ninguna voluntad firme, inalterable, para mejorar la calidad de vida de la gente común y sencilla, pobre y jodida, condenada, incluso, y como reza el dicho bíblico, a seguir naciendo pobre y vivir pobre y morir en la pobreza y la miseria.
Ellos se creen y sienten los redentores. Los Jesucristo del siglo XXI en la llamada “república amorosa y humanística” como parte de la propaganda oficial para venderse.
En un concurso de Pinochos ellos merecerían el primero y el segundo lugar en mentiras.
Es el caso de Veracruz, por ejemplo.
Luego de 79 (setenta y nueve) gobernadores y en un Estado jarocho pródigo en recursos naturales, estamos en los primeros lugares nacionales de la miseria, a la altura, digamos, de otras entidades federativas ultra contra súper jodidas como, por ejemplo, Chiapas, Oaxaca, Hidalgo, Tlaxcala y Guerrero.
Más, mucho más, porque en el quinteto de Estados anteriores domina la población indígena. Los llamados “pobres entre los pobres”.

PASILLOS: Cada seis años una parte de la población vuelve a renovar la esperanza y la fe religiosa en la nueva tribu política encaramada en el poder.
Ellos sueñan, digamos, con una chamba burocrática. Un cargo público, aunque sea menor. Digamos, una asesoría. Incluso, hasta con la posibilidad de una plaza burocrática hacia el final del viaje sexenal.
Y pronto, antes del cántico del gallo, sobreviene el desengaño y la frustración.
Como, por ejemplo, aquel muchacho universitario que en la campaña electoral de un presidente municipal fue operador político, social y electoral, y cuando el alcalde tomara posesión únicamente le ofreció como recolector de basura en un carro de la Limpia Pública de calle en calle y de colonia en colonia.
El chico, claro, primero, le mentó la madre por la ofensa y la humillación, y luego, y como es natural, se fue.
Pero ni hablar, en el juego de la vida, la vida es así.
La silla embrujada del palacio enloquece, marea y hace levitar “al más pintado”.