Anilú Ingram Vallines. Diputada local, anda de girita de norte a sur de Veracruz cavilando la posibilidad, tejiendo y volviendo a tejer.
Pero, bueno, si ella fuera nominada, la candidata de AMLO, el presidente, la haría trizas, polvo y talco en las urnas.

PASAMANOS: Digamos, la ex diputada federal en el Duartismo estaría jugando, y dada su trayectoria, para quedarse con la candidatura al Senado…, si bien le va.
Lorena Piñón Rivera, quien también fue encartada por Alito desde hace un ratote, apareció en el palenque tricolor, pero, y con todo respeto, “en su casa la conocen”.
Digamos, la amistad con Alito bien la catapultó para ser incluida en el Grupo de los Seis, G6.

CORREDORES: Marlon Ramírez Marín, diputado local (y en los últimos tiempos preelectorales muy movido jalando la cobija al góber obradorista) habría, digamos, entrado al G6 en lugar del alcalde de Orizaba.
Y, bueno, dadas las limitaciones de su trayectoria política, digamos, apenas, apenitas repuntando, pensaría en la nominación a una diputación federal por el Frente Opositor.
En todo caso, el simple hecho de la mención serviría para colgar en la biblioteca de su casa el oficio con el nombramiento para lucir con la familia y los amigos en un pachangón por ahí.

BALCONES: Cirilo Vázquez Parissi, en su hoja de servicios la presidencia municipal de Cosoleacaque, gente priista del sur de Veracruz, también mereció un número en el G6.
Fue modesto y sencillo, quizá marcando la raya, acaso ocupado en otros menesteres, y fue destapado por Alito de manera virtual.
Acaso una diputación federal lo esperaría si los acuerdos del PRI con el PAN y PRD se facilitaran.
Igual, igualito, cuando en otro proceso electoral, el coordinador estatal de MORENA, Esteban Ramírez Zepeta, acuñó frase bíblica: “No se peleen. Hay más de dos mil cargos públicos para repartir”.

PASILLOS: En la lista, par de Yunes. Héctor Yunes Landa y José Yunes Zorrilla, actual diputado federal.
Ambos, ex senadores de la república. Ambos, fallidos candidatos priistas a la gubernatura. Ambos, diputados federales. Ambos, diputados locales. Ambos, presidentes del CDE del PRI. Ambos, cercanos a ex gobernadores.
Uno, digamos, con antecedentes familiares en la Franja de Gaza. Y el otro, en Israel.
Uno, Héctor, combativo y bélico. El otro, José, mesurado y tolerante.
Héctor, con un discurso como si las palabras fueran balas de una Magnum. José, tranquilo y mesurado.
Héctor, “un hueso duro de roer” decía Carlos Romero Deschamps, ex líder nacional del sindicato petrolero. Y José, paseando de norte a sur y de este a oeste, con una honestidad y rectitud “a prueba de bomba”.

VENTANAS: En el otro lado del palenque opositor, el PAN con el senador Julen Rementería del Puerto en la cancha pública.
Y el PRD, el otro partido político del Frente Opositor, con su par de precandidatos ciudadanos. El primero, Juan Bueno Torio, y la segunda, Zita Pazzi.
En su momento, Anilú Ingram reveló (una vez más) que “hay una decisión tomada”. Y luego, ajá, apostó a integrar a la (esotérica) sociedad civil.
Las horas y los días caminan esperando el humo blanco del Sínodo tricolor.