El arte de manipular
**Destreza política
**Seres de otro mundo
UNO. Imagen inmaculada y sacrosanta
En política, y más cuando hay pendientes y tensión, y cuando, claro, se está en un proceso electoral, el verbo gramatical más conjugado es manipular.
Luis Velázquez
En tiempo normal, las tribus políticas manipulan las neuronas, el corazón, el hígado y el sexo de los ciudadanos para crear y recrear y pulir y volver a pulir una imagen inmaculada y sacrosanta.
Y en momentos electorales, de cara a las urnas, manipulan fantaseando las cualidades, atributos y virtudes de los candidatos a un puesto de elección popular.
Más, mucho más, cuando la candidatura es presidencial, a una gubernatura y/o a una alcaldía.
DOS. Superman terrenal
De entrada, la manipulación gira alrededor de un enviado de Ser Superior para rescatar a los humanos de la tierra.
Incluso, y en un descuido, hasta para su glorificación. Santo, héroe de la patria, Superman.
Más todavía: la manipulación llega a la familia y convierte a la esposa y los hijos en la familia ideal. Unida por altísimos ideales, sueños, ilusiones y utopías.
El hombre candidato es presentado como el modelo universal de la fidelidad conyugal. Impecable. Incapaz de mirar a las mujeres.
TRES. Ego inflamado
La manipulación transforma a los candidatos. Por ejemplo, cuando José Vasconcelos Calderón fue derrotado en las urnas seguro de su triunfo y más seguro del fraude electoral cometido por Plutarco Elías Calles para favorecer a su preferido al Palacio Nacional, Pascual Ortiz Rubio, el filósofo, escritor, político y maestro declaró que “los mexicanos me han perdido”.
Desde entonces, Vasconcelos inflamó su ego. Y en París, por ejemplo, dijo a su amante en turno que nunca la necesitaba para vivir, porque él únicamente necesitaba de Dios.
CUATRO. Inmortalizados en murales
La manipulación llega a tanto como, por ejemplo, los murales pintados en Veracruz con las caras de Cuitláhuac García, Zenyazen Escobar y Éric Cisneros Burgos.
Cisneros, en una pared de Misantla. Y Cuitláhuac y Zenyazen, en la pared de un colegio en Córdoba.
Además, del montón de espectaculares de Cisneros en las carreteras y ciudades de la entidad geográfica.
Y de ñapa, las fotos de cuando dichoso, feliz y contento va a la plaza comercial a comprar la despensa semanal y trepa las gráficas en las redes sociales.
CINCO. Políticos levitando
Y apenitas se sientan en la silla del poder suelen perder los cinco sentidos, se marean al más alto decibel y hasta levitan trepando al cielo como almas de la pureza, querubines del paraíso celestial.
Los políticos manipulan más que los artistas, por ejemplo, pues ellos mismos se vuelven especialistas en la tarea.
Y entre ellos compiten para conjugar el verbo manipular en todos los tiempos, camino a la gloria, pero también, a la inmortalidad y a la historia.
Sin duda, la manipulación forma parte de la identidad política.
SEIS. Población engañada
Las cenizas de la manipulación dejan como único legado social una población estafada con discursos baratos, ramplones, demagógicos y populistas.
Y si la derecha y el centro son campeones de la manipulación, la izquierda es igual o peor.
Y peor porque ellos ondean la bandera de los derechos humanos y son los primeros en ultrajarlos permitiendo el oleaje de incertidumbre, zozobra, inseguridad e impunidad.
Y de miseria, pobreza y jodidez.
Y dándose “golpes de pecho” inculpando del derrumbe económico y social, educativo y de salud y de justicia a los antecesores.
Más, cuando se tiene el púlpito de “La mañanera” para todos los días lanzar homilías llenas de fuego y con fuego en contra de los opositores, enemigos y adversarios.