Torturados.
Amordazados.
Maniatados.
Los tres en el Frac. Catemaco.
Ningún vecino escuchó gritos.
Tampoco los aires de violencia.
Nadie tampoco miró y advirtió a sospechosos merodeando por ahí.
Los criminales volaron, más que al cielo, al infierno, y hacia donde dice la religión se van los malos.
El mismo día, el gran trascendido:
El once de diciembre del año 2020, el segundo del góber jarocho obradorista, unos policías corretearon en Xalapa al joven Gerson Hazael Castro Castellanos.
Manager de música urbana.
A través del celular avisó en tiempo y forma a los suyos.
Los polis lo alcanzaron y asestaron tremenda madriza.
Y fue trasladado al hospital donde falleció.
Tenía 25 años.
Ahora, los familiares siguen clamando justicia.
Simple y llanamente, justicia.
La violencia en Veracruz (y en el país) ha servido, sin embargo, para que par de chicos, Jean Chapiro y César Chiquito, filmaran un documental sobre los desaparecidos.
Y ganaran el Oscar Estudiantil en Estados Unidos.
En Los Angeles.
El documental se llama “Hasta encontrarlos”.
El grito de los más de treinta Colectivos, integrados con padres con hijos y parientes secuestrados y desaparecidos y quizá asesinados y acaso sepultados en fosas clandestinas.
Un Veracruz de terror y con terror.
Miedo y “miedo al miedo”.
De “la noche tibia y callada” de Agustín Lara, al peor infierno en el siglo XXI.
De “La maldita primavera” de Yuri, casi cincuenta años artísticos exitosos, al Veracruz en el peor fango de la historia.
Los Colectivos pernoctando en el piso en los bajos del palacio del gobierno del Estado en Xalapa clamando diálogo.
Diálogo para tomar acuerdos sobre la búsqueda de los suyos.
Más de siete mil cuatrocientos desaparecidos en Veracruz según enunciara la ONU, Organización de las Naciones Unidos, en foro mundial y desde Ginebra.

II (Veracruz despellejado)
De cara al Golfo de México, los días y noches son huracanados y torrenciales.
Por ejemplo:
Cabezas humanas decapitadas y abandonadas en la pista de un antro.
Cabezas decapitadas dejadas sobre la mesa de un bar.
Cadáveres flotando en los ríos y lagunas y hasta en el mar.
Cadáveres colgando de puentes y árboles.
Y tirados a orillas de los caminos, carreteras y autopistas.
Y en medio de los cañaverales.
Y arrojados a pozos artesianos de agua dados de baja.
Cadáveres decapitados con la cabeza por un lado y el cuerpo por otro arrojado sobre las vías del tren.
Señoras secuestradas luego de dejar a sus hijos en la escuela primaria.
Señoras asesinadas con todo y que la familia pagara el rescate.
Señoras asaltadas en las iglesias en las tardes cuando rezaban el rosario.
Comensales atracados en el café y en las taquerías y en restaurantes.
Negocios atracados en plazas comerciales.
Pasajeros de autobuses de pasajeros, incluidos el ADO y AU, asaltados en un viaje en el día y la noche.
El trío de hombre asesinados en su casa en Catemaco.
La vida, pues, descarrillada en el llamado de manera pomposa Estado de Derecho, cuya esencia superior es garantizar la seguridad en la vida y en los bienes.
Un Estado de Derecho despellejado en cachitos.
Y lo peor, cinco años viviendo y padeciendo así con las mismas características cada año.
¡Ay, 4T!
¡Ay, MORENA!
¡Ay, obradorismo!