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Escenarios
Martes 07 noviembre, 2023

7 horas tecleando

**La vida del Gabo
**El brazo caliente

UNO. Disciplina literaria

Era, es impresionante la disciplina de los escritores para teclear y escribir novelas, cuentos y poemas. Incluso, ensayos y artículos periodísticos, crónicas y reportajes.
Por ejemplo, el caso de Gabriel García Márquez, Nobel de Literatura.

Luis Velázquez

Solía escribir de nueve de la mañana a las cuatro de la tarde.
Incluso, en una estancia en Londres se encerró un mes completito, sin salir del hotel, levitando en medio del humo del cigarrillo, escribiendo los cuentos de “Los funerales de la Mamá Grande” y que, cierto, fue editada por vez primera por la Universidad Veracruzana en el mes de abril del año 1962, Sergio Galindo el director de la editorial.

DOS. Siete horas tecleando

A las cuatro de la tarde luego de escribir durante siete horas (a veces únicamente escribía un párrafo de unas cuatro, cinco, seis líneas pues era muy exigente), “almorzaba cualquier cosa y trataba de dormir hasta las seis de la tarde” (Las cartas del Boom, editorial Alfaguara).
Después, pensaba en el texto a escribir al día siguiente y hacía notas “hasta después de la media noche”.
En el año y medio escribiendo “Cien años de soledad” iniciaba a las ocho de la mañana y terminaba hacia las 3, 4 de la tarde.
Y por lo general, a esa hora tenía invitado a un amigo para comer juntos en su casa en la Ciudad de México.
Y a las seis de la tarde leía periódicos y libros.

TRES. Días de bloqueo

Nacido en Colombia, país de fuego y con fuego por el calor, se acostumbró a escribir en tiempos de calor.
“Cuando llega el frío, se me bloquea el cerebro y todo se va al diablo” confiesa García Márquez a su amigo de entonces (1966), Mario Vargas Llosa.
Fue el tiempo cuando Vargas Llosa vivía en Londres y de pronto, ni modo, la escritura se le bloqueó.
Y el Gabo lo consolaba con una carta enviada desde la Ciudad de México el primero de octubre del año 1966.

CUATRO. El brazo caliente

El escritor Ernest Hemingway, uno de los héroes literarios de García Márquez, aconsejaba que siempre ha de dejarse el brazo caliente luego de escribir para facilitar la continuación narrativa el día siguiente.
Y dejar caliente el brazo significaba tener a la mano datos vigorosos y encendidos como si se tratara de un capítulo policiaco lleno de tensión social.
El Gabo solía observar “al pie de la letra” la conseja de Hemingway.

CINCO. Cabildero social y político

Por esa extraordinaria disciplina alternaba muy bien la creatividad literaria con la creatividad periodística.
La muestra está en su obra periodística (crónicas, reportajes y columnas) en cuatro tomos publicados en México por la editorial Diana.
Además, mamotretos especie de ladrillos. Entre quinientas y seiscientas páginas el más chiquito.
De ñapa, tiempo se daba para su activismo académico con cursos sobre periodismo, literatura y cine, sus pasiones.
Desde la Fundación para el Nuevo Periodismo en Iberoamérica hasta la escuela de cine fundada en la Cuba de Fidel Castro Ruz.
Y tiempo para la gestoría social con varios presidentes de América Latina y Europa, sus lectores.

SEIS. Más constancia que inspiración

Para Hemingway, nada mejor para escribir como la constancia sentado frente a la máquina de escribir, aun cuando en su caso tecleaba de pie.
90 por ciento de tozudez y diez por ciento de inspiración decía Hemingway.
En cambio, para don Alfonso Reyes era al revés: Diez por cinto de constancia y noventa por ciento de inspiración.
Allá, pues, sin embargo, cada uno con su disciplina y su formación cultural y sus vivencias y experiencias.


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