Adicto al sexo
**Murió de SIDA
**Julio Cortázar
UNO. Víctima del VIH
Pocos lo saben, pero el escritor argentino, el cronopio Julio Cortázar, el jefe de la tribu del “Boom” literario de América Latina triunfante en Europa, el autor de “Rayuela”, su novela cumbre, se volvió un adicto al sexo y a las mujeres luego de los 50 años de edad, aprox.
Luis Velázquez
Más porque con tanto éxito literario y un hombre bien parecido, guapo, atractivo, las mujeres lo perseguían.
De acuerdo con uno de sus biógrafos, Miguel Dalman, murió de SIDA en 1984 cuando tenía 70 años de edad, y aun cuando entonces era enfermedad sexual desconocida, tenía todas las características.
DOS. Su vida, un infierno
Por ejemplo, siempre bajo la dictadura matriarcal de su señora madre, hija ilegítima a quien la vida endureció. Y la volvió, por ejemplo, dura y ruda con los hijos.
Una hija, hermana de Julio, esquizofrénica.
Y desde cuando el escritor andaba de maestro rural en pueblos y regiones indígenas en Argentina, debió asumir la manutención de una tía y una abuela.
TRES. La maga Aurora Bernárdez
De ñapa, casó con otra mujer autoritaria, Aurora Bernárdez, a quien describía como “una encantadora de serpientes”.
Incluso, encantadora y matriarcal, el personaje de Rayuela, la Maga, está inspirado en ella.
Y con todo, cuando Cortázar falleció, su ex mujer, Aurora Bernárdez, fue la heredera universal de su obra literaria.
Y cuando su exmujer murió la heredera fue una de sus sobrinas. María Alejandro Bernárdez.
Es decir, la familia de Cortázar “ni baranda tocó”.
El famoso cronopio (unos animalitos descubiertos en un teatro en París y volando) fue un hombre alejado cien por ciento de las tentaciones de la vanidad y la frivolidad.
CUATRO. La admiración del Gabo
Nunca quiso premios literarios y ni le importaban. Incluso, los rehuía.
Al contrario, por ejemplo, del resto de los escritores del “Boom”, como Carlos Fuentes Macías, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa.
Toda su vida trabajó como intérprete en la ONU, Organización de las Naciones Unidas.
En la mañana laboraba y en las tardes y noches escribía cuentos y novelas.
Cada tarde solía llegar solo, con una libreta escolar y lápices en la mano, a un café en París y siempre ocupaba una silla al fondo, inadvertida, y tendía la libreta en la mesa, pedía un café y arrastraba el lápiz con su narrativa, sin levantar la mirada y sin detenerse para tomar cafecito.
Una tarde llegó el joven Gabriel García Márquez para conocerlo y presentarse, pero quedó fascinando con aquella magia hechizante y únicamente se concretó a mirarla y admirarlo.
CINCO. Cabildeo infructífero
Toda la vida la pasó peleando con las editoriales cabildeando un pago superior al diez por ciento a los escritores en la venta de cada libro.
Nunca logró el objetivo. Y con más intensidad laboral chambeaba en la ONU, pues le permitía el sustento y enviar dinerito a su tía y abuela en Argentina y quienes dependían de su morrallita para vivir.
SEIS. “El sexo mueve el mundo”
Además de Aurora Bernárdez vivió con dos parejas. Y lo indicativo es haberse vuelto un adicto al sexo en el último capítulo de su vida.
Pasiones y debilidades donde Carlos Fuentes Macías era un magister. Digamos, como Ernest Hemingway, hasta con actrices norteamericanos.
Hacia el final de sus días vivió con intensidad volcánica cumpliendo la profecía de Sigmund Freud del “sexo moviendo el mundo”.