Te dimos médico. Te dimos medicinas.
Y de pronto, te fuiste. Sin decir adiós, como se van los ladrones. Y en la madrugada cuando todos dormían.
Y durante un semestre anduviste por ahí, perdido, en el alcohol, con tus amigos. Y todo lo que hicimos por ti… te valió.

DOS. “Aquí, no somos rencorosos”

“Me cae, si se pudiera yo mismo te mataba. Pero en el AA no somos rencorosos ni vengativos ni ajustamos cuentas.
Tu madre vino aquí llorando a decirnos del robo. Y a pedir que te buscáramos. ¿Pero en dónde carajos te buscaríamos si nada sabíamos de ti? ¡Ni de tus amigotes!
Supimos cuando caíste en la cárcel. ¡Sabrá Dios qué hiciste! Pero estuviste preso un tiempo.
Y estábamos tan decepcionados de ti que por eso nadie te visitó. ¡Que se pudra!, dijimos todos.

TRES. El Rotoplas alcohólico

“Llegaste aquí diciendo que eras un técnico. Nunca supimos en qué eras técnico.
Pero, bueno, ya te miraste. Eres feo. Alto, pero gordo. Pareces Rotaplas. Es más, desde hoy, te diré “Rotaplas”. Es tu nuevo apodo.
¡Panzón! ¡Cara de doble plato! ¡Mirada fea y tenebrosa! ¡Y apestas! ¡No te bañas! ¡Hueles muy mal!
¡Echaste a perder tu matrimonio! ¡Aquí también vino tu mujer, aterrada y dijo que tú querías vender a tus hijas para seguir chupando!
¡Has llegado a lo peor! ¡Ya tocaste fondo! ¡Y lo peor, no te das cuenta! ¡Mal nacido!

CUATRO. Eres un ser humano…

“Nadie aquí en el grupo AA quiere ni desea tu mal. Eres un compañero enfermo.
Pero en la vida, lo único que cuentan son los hechos. Los hechos, hoy, porque lo que ayer hiciste no cuenta. Eso fue ayer. Lo importante es hoy.
Y hoy tú sigues en la borrachera. Me pregunto ¿a qué carajo vienes al grupo si está claro que ninguna voluntad tienes para dejar el trago?
¡No somos tus pilmamas! Más, cuando estás haciendo sufrir a tu madre, una anciana, sola, viuda, y sin nadie que le lleve el dinerito para comer.

CINCO. La amarga pesadilla

“Tu esposa y tus hijas en la orfandad! ¡Jodidas! ¡Viviendo de la caridad pública! ¡Los vecinos les llevan de comer! ¡Los amigos y que son pocos!
Y tú, a toda madre. ¡En el trago! ¡Y con prostitutas, igual de borrachas!
¡Por mí, deberíamos cerrarte las puertas! Pero insisto, aquí dan cabida a todos, sin excepción, porque estamos enfermos.
Y ten cuidado, porque de seguir así terminarás loco. Con los cables cruzados.
Y será amarga pesadilla, como la película aquella, donde un hombre sufre violación masiva, en montón, uno tras otro.

SEIS. Rehacer la vida

“Yo llegué a creerme tu amigo. Pero ahora, la verdad, me das asco. Y en ningún momento te pido disculpas.
Asco por lo que hiciste a tu madre. Y a tu esposa. Y a tus hijas.
Y lo que estás haciendo con tu vida.
Y si tu esposa, quien todavía es joven, encuentra por ahí a otro hombre, cuidadito y te alebrestas porque todos iremos en contra tuya.
Ella tiene el derecho a rehacer su vida. Incluso, a dar un padre a tus hijas.
Para ti es más importante el alcohol. La cerveza. El aguardiente. ¡Ta’bien! ¡Sigue pa’lante! ¡Y que el diablo te acompañe!”.