Y el es caso de la sonrisa maravillosa de una chica de unos veinte años a quien de pronto, ¡zas!, le ha dado por llegar al parque de la esquina en el barrio y sentarse en el centro del jardín con el pasto bien podadito…

ROMPEOLAS: Cada tarde, hacia las 6, aparece por ahí… Llega vestida con una blusita muy corta y un pantalón de mezclilla… Y un celular… Y busca siempre el mismo lugar en medio de los rosales y las isoras… Y se sienta con las piernas cruzadas y se la pasa tuiteando y de seguro enviando WhatsApp… Y en todo momento, sonriendo… Y le sonríe al peatón que anda por ahí, digamos, ejercitándose, dando vueltas al parque… Y a la señora que pasea a su perrito mascota… Y a los niños que andan en bicicleta y juegan vigilados por la trabajadora doméstica…

ARRECIFES: Su sonrisa es cien por ciento espontánea… Es más, parece una niña recién nacida considerando que el pediatra asegura que un bebé suele sonreír doscientas veces en un día… Y la sonrisa es tamaño sandía como la pintada por el muralista Diego Rivera y tan famosa en el mercado internacional… Y es una sonrisa limpia, nítida, transparente, seductora como ofreciendo “el cielo, las estrellas y la luna y la noche estrellada”…

ESCOLLERAS: Las dos sonrisas más bellas del mundo (y más famosas) las tienen las actrices Julia Roberts y Camerón Díaz… La sonrisa más pícara, Richard Gere… La más tierna, Ignacio López Tarso… La más sensual, Silvia Krystell… La más prometedora, Juliette Binocho… La más enloquecedora, Susana Zavaleta… Por desgracia, casi nunca sonríe Marine Vacht… Ni tampoco Elsa Aguirre… Pero la sonrisa de la chica de veinte años del parquecito del barrio hace levitar… Y por añadidura, soñar… Soñar con fantasías…

PLAZOLETA: Y más porque ella siempre mantiene la distancia… Casi casi, inaccesible… Cercana, pero lejana al mismo tiempo… “Hola, buenas tardes”, dice con la sonrisita tamaño sandía, y en rara, extraña, indicativa y significativa distancia, marcando la raya… De hecho y derecho como advirtiendo que “del corredor no pasarás”… Unos treinta minutos, aprox.., permanece sentada en el jardín y luego se pone de pie y se aleja, inclinando la cabeza para decir adiós con su sonrisa fantástica…

PALMERAS: Sabrá el chamán, la astróloga, el tlatoani la casa dónde vive… Se ignora si vive en otro barrio y llega ahí en un automóvil… Se ignora su hacer y quehacer en los días y noches… Si estudia y que de seguro… Si chambea quizá… Pero ella ha puesto la vida “patas arriba” y tanto de los jóvenes como de los viejitos que suelen ejercitarse en las tardes caminando y trotando alrededor del parque… En todo caso, su presencia es como una ilusión, una quimera, un sueño, una fantasía efímera y fugaz como todas las fantasías… Caray, su presencia es tan telúrica que de pronto, el parque se ha ido llenando de más hombres declarando la guerra a la vida sedentaria…