Y amigo del presidente Álvaro Obregón, quien lo eligió ministro de Educación.
Fue candidato presidencial opositor luchando contra la felonía sangrienta de Elías Calles con su candidato.
Fue un político cien por ciento honesto quien nunca arañó el presupuesto.
Y mucho menos tuvo en la nómina a las amantes en turno ni tampoco les obsequió ranchos como Carranza, Villa y Zapata a las suyas.
Paseaba su honestidad, gran honestidad, en medio de aquel estercolero…

PASAMANOS: Y Vasconcelos opinaba, sentía y creía lo siguiente de la prensa escrita.
Por ejemplo, algunas de sus frases célebres y bíblicas y que expresan su actitud política, económica y social:
“Nunca dimos un centavo de subvención a los periódicos”.
“Los periódicos son aduladores de los que están en el poder”.
“Los diarios son una comparsa gubernamental”.
“Nunca pude ver con simpatía a los reporteros y a los magnates periodísticos, siempre al servicio del mejor postor, aquel que pagaba”.

CORREDORES: “Los diarios sirven al que manda en cada proceso electoral, al favorito” como ocurriera en la sucesión de Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles.
“Los periodistas son unos rufianes de las letras”.
Por eso, escribió en libro autobiográfico “El desastre” que “resulta odioso que cualquier ministro de Estado aproveche el cargo para hacerse de cartel político electoral”.
También escribió que en un proceso electoral, sobre todo el presidencial, “cada Ministro de Estado toma partido por su candidato”.
Y por eso mismo, porque además arañaban el presupuesto para la campaña de su favorito presidencial, decía que “los políticos me asquean”.
Y como Vasconcelos nunca “tuvo pelos en la lengua”, entonces, era lógico y normal que los políticos pillos y ladrones, solapados por Venustiano Carranza, Álvaro Obregón y Elías Calles lo intrigaran.

BALCONES: Era aquella “una rapiña del erario disfrazada de programas sociales”.
El resto de los políticos del gabinete legal y ampliado solían mirar el pillaje como un acto normal.
La mayoría tiene amantes y a unas las encumbraban con un cargo público y sueldo estratosférico, además de concesiones de obra pública y regalo de casas, mansiones, ranchos, ganado y caballos finos.
Todo, con cargo al presupuesto público y que solían disfrazar con obra de infraestructura que únicamente existía en sus mentes, digamos, como las llamadas “empresas fantasmas”.

PASILLOS: Vasconcelos rechazaba a los reporteros y a los magnates de la información porque todos, y por órdenes y encargo de los políticos encumbrados, se habían ido en su contra, disidente, libre, independiente, autónomo y crítico como era.
Incluso, hasta inventándole cositas, tanto en el latrocinio público como en la vida privada.
“Lo único que doy a los reporteros es información y ellos saben si la publican o la tiran en el cesto de la basura” decía.

VENTANAS: Hacia la mitad del siglo pasado (hace unos 75, 80 (ochenta) años, así lo escribió el filósofo filoso, político y escritor.
Y, bueno, habrá quienes estén de acuerdo con las experiencias y vivencias y certidumbres. Y por razón natural, quienes disientan.
Por eso, quizá, la encuesta continental de Latinobarómetro revela que el grado de confianza ciudadana en los trabajadores de la información y los medios está en el sótano, en el rincón más arrinconado del infierno, el sitio donde también anidan los políticos y los policías.