Traición a los derechos humanos elementales.
Traición, por ejemplo, a tantos niños huérfanos y parejas viudas.
Traición a la moral y la ética pública.
Traición, en todo caso, a los ciudadanos que los eligieron en las urnas.
Y una traición multiplicada cuando tampoco (y quizá uno que otro de manera excepcional) se ocupan del desempleo, el subempleo y los pichurrientos salarios de hambre.
Y de la migración de Estados Unidos (un millón de paisanos) que agarraron camino (y siguen) porque aquí de norte a sur y de este a oeste las puertas laborales están cerradas.
Caray, ni una palabra de los políticos de oposición al dato oficial de la secretaría de Trabajo y Previsión Social federal y del Seguro Social de que con la 4T Veracruz es la única, la única, la única entidad de la nación incapaz de recuperar los miles de empleos perdidos en el par de años del COVID.
El silencio atroz de la oposición es tanta que, por ejemplo, ninguna duda existe ni existiría de que han perdido el respeto ciudadano.
Y en muchos casos, hasta la amistad.
Y ni se diga la confianza si confianza algún día merecieron.
Vaya, tan demoledor es el silencio de todos ellos que hasta las ganas de seguir viviendo se debilitan y esfuman.
Es una traición a la dignidad humana y que llega, entre otras cositas, y además, a la baja calidad educativa.
550 (quinientos cincuenta) mil personas de 14 años de edad en adelante que no saben leer ni escribir en el territorio jarocho.
Un millón de paisanos con la escuela primaria incompleta.
Otro millón con la secundaria a medias.
600 (seiscientos) mil personas con el bachillerato inconcluso.
Ellos, vaya, están cien por ciento ocupados en el siguiente cargo público, digamos, como Políticos Automáticos.
Peor, mucho peor, el silencio con un Veracruz en el primer lugar nacional en feminicidios.
Secuestros.
Extorsiones.
Desaparecidos.
Y en fosas clandestinas.
Simplemente, el desencanto ciudadano alrededor de todos ellos.
Los opositores light.
Los opositores fifí..., como dice aquel.
Rojos, rojillos por fuera, y blancos y dúctiles por dentro.

II (“Dejar hacer, dejar pasar”)
Bastantes pendientes hay en Veracruz. Pero quizá los más urgentes son:
Uno, la incertidumbre, la zozobra y la seguridad en la vida y los bienes.
Más, mucho más en la vida.
Y dos, la creación de empleos en las regiones indígenas, rurales, suburbanas y urbanas.
Insólito: Sólo de manera excepcional uno que otro político opositor, la mayoría nunca se ocupa del asunto.
Casi casi, como si hicieran el juego, digamos, diplomático a la 4T de Veracruz.
Aplicando el viejo principio francés de “dejar hacer y dejar pasar”.
Los pendientes tan recrudecidos son hasta para que los opositores integraran un Frente Común en contra de la inseguridad y el desempleo y el subempleo.
Más allá, claro, del llamado Frente Amplio Opositor para enfrentar la sucesión presidencial y de nueve gobernadores y quinientos diputados federales y 120 senadores de la república.
Y que, bueno, hacia el final del día y de la noche únicamente sirven para que las tribus políticas se repartan los cargos públicos.
Y siempre, siempre, siempre, de espaldas a la realidad social.
Ni hablar, a tono con Antonio López de Santa Anna para quien “el hombre es nada y el poder es todo”.
El silencio atroz en un Veracruz ensangrentado.