Son las muertas de un Veracruz en los primeros lugares nacionales del Feminicidio.
Son los muertos sepultados en fosas clandestinas.

PASAMANOS: Los muertos de esa cosita llamada impunidad.
Los muertos desdeñados por la Fiscalía General.
Los muertos expuestos en los Memoriales del Recuerdo. Y exposiciones fotográficas.
Y en los Árboles de Navidad. Y los muertos exhibidos en uno que otro palacio municipal.
Los muertos de los cuales con frecuencia se ocupa la Comisión Estatal de Derechos Humanos.
Los muertos que también necesitan un jefe de prensa, igual, igualito que los Colectivos, integrados con padres con hijos plagiados y desaparecidos, también necesitan de un vocero.
Son los muertos que dejaron hijos huérfanos y parejas viudas y que de igual modo claman y reclaman un vocero.

CORREDORES: Los muertos con vida. Aquellos, por ejemplo, en el desempleo, el subempleo y percibiendo salarios pichurrientos de hambre y que requieren de un jefe de prensa para hacerse visibles.
Vaya, son los muertos incómodos e indeseables, los muertos prohibidos porque constituyen un peligro para las tribus gobernantes porque perturban su buen gobierno.
Son los muertos cuyos familiares claman y reclaman justicia.
Justicia que piden en las marchas de protesta en las calles y avenidas. Pueblos y ciudades. Caminos y carreteras.
Los muertos cuyos nombres han sido grabados en las paredes y bardas.

BALCONES: Algunos de los muertos están sepultados en los cementerios y panteones municipales.
Pero de otros, ninguna pista, ningún rastro, ninguna huella.
Entonces, son los muertos esperando desde alguna zona oscura de la vida y de la muerte un espacio para su sepultura.
¡Ay, los muertos enterrados en fosas clandestinas!
Veracruz, campeón nacional en número de fosas.
Casi casi la América Latina del siglo pasado gobernada por las tribus militares.
Bastaría referir que son tantos los muertos que bien podría integrarse un censo dantesco de cruces.
Casi casi como en el continente cuando se efectuaban foros y tribunales para un recuento de desaparecidos.

PASILLOS: Hay en Veracruz como graves pendientes sociales desempleo y subempleo. Miseria y pobreza. Jodidez. Baja calidad educativa y de salud.
Pero la mortandad, incluso, de personas inocentes (¡caray, niños. mujeres y ancianos!) constituye la carga más pesada en el camino de espinas, cardos y abrojos al Gólgota.
El Gólgota de la 4T y MORENA y el obradorismo jarocho.
Es la prueba del añejo que el gobierno del Estado ha reprobado. Mejor dicho, sigue reprobando.
Su principio de Peter. Talón de Aquiles. Y aun cuando los Morenos festinan su triunfo partidista con su candidata presidencial, en Veracruz, el Rey Pirro, rey de Epiro en Gracia, aquel quien tras ganar una batalla, los muertos de su ejército eran tantos que acuñó frase bíblica, memorable y citable:
“Una victoria más como ésta y estoy perdido”.

VENTANAS: Son fantasmas… de muertos, pero vivos.
Y la autoridad de Veracruz simplemente en cuatro años y nueve meses nunca, jamás, ha estado a la altura moral y social.
Y lo peor: ninguna voluntad expresa y manifiesta para hacer cumplir el llamado Estado de Derecho que suele garantizar, en teoría, la seguridad en la vida.
Veracruz, un gigantesco panteón de norte a sur y de este a oeste.