Amigos y amores abandonados y condenados, incluso, al olvido. Y lo peor, sin pedir perdón.
Familiares con quienes por equis razón se rompió la relación sanguínea y nunca más, nadie, ninguna parte, dio el primero paso para la reconciliación.
El olvido de la pareja y los hijos por otra mujer, otro hombre.

DOS. Traicionarse a sí mismo

La traición a los principios y valores morales, éticos y sociales. Y en donde, caray, años cuando hasta la persona se traicionó a sí misma a cambio, digamos, de un mendrugo, una plaza laboral, un aumento salarial, un cargo público.
El cambio de un amigo por otro, únicamente porque el segundo significaba mejores posibilidades para estar, ser y trascender.
Lo más duro y rudo quizá en la relación amical cuando “un amigo” te bajó a la pareja.
Y lo peor, la exmujer y el ex amigo sin ningún remordimiento.

TRES. Malas personas

“Haber vendido el alma al diablo” por unos centavitos en vez de “terminar el día creciendo un poco” (Walt Whitman).
Cursar maestrías y doctorados y hasta dobles maestrías y dobles doctorados para colgar los títulos en la sala de la casa y en la egoteca, digamos, la recámara, pero convirtiéndose en una mala persona, cero generosidad, cero solidaridad con los demás, incluso, la familia.

CUATRO. Matar a puñaladas

Pecado mortal si en un viaje etílico, un viaje drogadicto, un viaje a la oscuridad, la persona “se pasó de tueste” y quitó la vida a una pareja, un amigo, un compadre, un vecino.
Y una cosita es matar a balazos y otra, mil, dos mil, tres mil años luz de distancia, a puñaladas, una tras otra, diez, veinte, treinta, cuarenta.
Y quedar empapado de sangre en la cara y el cuerpo.
Igual de intensidad el pecado mortal de dar la espalda a los padres enfermos de Alzheimer, mal de Parkinson, cáncer de próstata, el hígado, los divertículos, argumentando que se anda mal, muy mal de dinero y que se está muy ocupado y que no se tiene espacio ni tiempo y que se está divorciando.

CINCO. Balance de la vida

Un proverbio azteca dice que la vida de un ser humano se calibra a la hora de la muerte a partir del número de amigos que tiene y conservó en los sesenta, setenta, ochenta años vividos.
Y un dicho árabe dice que la vida humana se cotiza y enaltece a partir del número de enemigos un segundo antes de morir.
Pero, bueno, allá cada uno su vida, creencias, religión y mandamientos, costumbres, hábitos.

SEIS. Morir en paz…

El viejito del barrio dice que la grandeza humana se alcanza cuando unos días antes de morir (si se tiene, claro, una muerte lenta), la persona pueda darse un tiempo y espacio para pedir perdón.
Días antes de morir, Octavio Paz Lozano, Nobel de Literatura, pidió a un amigo común solicitara a su vez a Carlos Fuentes Macías lo visitara en su lecho de muerte para reconciliarse.
Carlos Fuentes rechazó la propuesta. Nunca perdonó a Paz publicara un artículo en la revista “Vuelta” en su contra firmado por Enrique Krauze.
Pero, bueno, bien pudiera cavilarse la conveniencia del perdón.
Y aun cuando nada se arregla, pero la conciencia quizá, quizá, quizá, moriría tranquila.