Acaso, el galán del salón de clases y del barrio… Y de pronto, cuando ya se anda en la vida laboral, un compañero de trabajo, el jefe, el patrón…

ROMPEOLAS: Y ni hablar, existen quienes, por ejemplo, hasta declaran a sus héroes patrios favoritos… Pero refiere el sicólogo del barrio, mucho, mucho cuidado cuando dentro de uno mismo se levanta un altar a un ídolo… Así sea el más fregón del mundo… Se basa en que tanto la amistad como el respeto y el cariño y el afecto suelen llevar a la esclavitud… La persona que admira, por ejemplo, se convierte en un fan, un feligrés, un seguidor de la persona admirada… Y se corre el riesgo de que la relación se vuelva unilateral donde la persona admirada únicamente recibe y recibe, pero sin ser recíproca…

ARRECIFES: Y la relación se vuelve desigual, pues una persona da todo, todo, todo, y la otra nada… Ocurre, por ejemplo, en la relación con un político, y más con un político encumbrado… Un funcionario público que tenga un ejército de subalternos y presupuesto para ejercer… Incluso, llega un momento cuando la persona que idolatra pone a la persona admirada por encima de la pareja y los hijos y los padres ancianos…

ESCOLLERAS: Por eso, todos “hemos de aprender a disolver los ídolos” (Octavio Paz) pues con ídolos de barro… Y por añadidura, “aprender a ser aire, sueño en libertad”… Cierto, el resentimiento lleva a vivir odiando a otros y con el odio las neuronas, el corazón y el alma envejecen… De hecho y derecho, está canijo vivir todos los días y noches anidando y multiplicando el rencor… Entonces, nada mejor y sano y provechoso que hacerse una purga intelectual y sentimental y espiritual…

PLAZOLETA: Caray, y en todo caso si la persona necesita tener un héroe, un ídolo, un dios terrenal, para vivir, digamos, una especie de brújula que oriente y reoriente los pasos y cargue el corazón de buena química y mejor karma, entonces, idolatrar a los héroes infantiles, como Superman, El Hombre Araña, el Llanero Solitario… Héroes, digamos, esotéricos y que bien pueden vivir en la imaginación, los sueños, el subconsciente, el inconsciente… Entre otras cositas, se evita la frustración, la gran frustración cuando los héroes terrenales se desmoronan, como se desmoronó Pedro Páramo, el cacique de Comala, en el último día de su vida según cuenta Juan Rulfo…

PALMERAS: No más ídolos en la vida… No más héroes terrenales… No más adoración por un hombre, una mujer, así sea el más chingón… De entrada, son seres humanos y todos tenemos fallas, talones de Aquiles, partes débiles y frágiles… Conservar, cierto, el respeto… Pero nada más idolatrías ni fervores… Menos, mucho menos, la fe ciega en un presidente de la república, un gobernador, un alcalde, un legislador, anexos y conexos… Tampoco la adoración sin límites al jefe y al patrón en la empresa, la fábrica, el taller, el surco… Tarde o temprano, los ídolos desencantan y decepcionan… Más cuando se creen intocables y merecedores de todo…