Legado de MORENA
**Casta burocrática
**El líder, un César
UNO. Todos los partidos políticos son iguales
MORENA está siguiendo, parece seguir, el mismo destino histórico del PRI cuando el fatalismo convierte el partido “en una casta burocrática y al dirigente en César” (Octavio Paz).
Fuera de MORENA, únicamente existe el vacío, el limbo, la nada.
Luis Velázquez
Caso, por ejemplo, de Marcelo Ebrard Casaubon, descubriendo, ajá, que en MORENA “ya no tengo espacio”.
Y caso (cien por ciento cínico) del senador con licencia, Ricardo Monreal Ávila, de que su destino está en la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, pero aceptando cargo con Claudia Sheinbaum para la campaña electoral.
DOS. Fuera de AMLO, el limbo
Y caso de AMLO, el presidente.
Fuera del radar de AMLO, todos quienes desacaten sus órdenes y quienes lo evidencien y reviren, simplemente, quedan fuera del paraíso terrenal.
En el siglo pasado, Plutarco Elías Calles impuso a cuatro presidentes sucesores. Emilio Porte Gil, Abelardo L. Rodríguez, Pascual Ortiz Rubio y Lázaro Cárdenas del Río.
Y Cárdenas, ungido jefe máximo, exilió a Calles en Los Angeles. Con todo y sus médiums.
El presidente, el jefe máximo de la tribu política en el poder sexenal. El gurú. El tlatoani. El chamán.
TRES. Tirarse al piso…
La mejor estrategia para escalar peldaños en política es “tirarse al piso” del jefe en turno. Sea presidente de la república, gobernador o presidente municipal. Diputado local o federal. Senador. Desempeñen cargos públicos en el gabinete legal y ampliado.
Es la casta burocrática. “Estás conmigo o contra mí” preguntaba el presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, a los reporteros.
Lo decía Juan Maldonado Pereda, cuatro veces legislador federal: “En política nunca llega el más capaz, sino el que más conviene”.
CUATRO. Los padrinos abren puertas…
Basta una buena madrina, un buen padrino, para estar, ser y trascender en política.
Sin un padrinazgo está duro y rudo abrirse paso en la casta burocrática.
Dime quién te recomienda y te daré un cargo público es la ley universal.
Incluso, por más méritos académicos, maestrías, doctorados, experiencias y vivencias que puedan tenerse, nada se mueve en política sin el tráfico de influencias.
Y, claro, pertenecer a una tribu política poderosa y en donde, además, se tenga juego y rejuego.
CINCO. Gloria efímera
En política, solía exclamar el priista Jorge Uscanga Escobar, “te acuestas candidato y amaneces en la lona”.
Manuel Carbonell de la Hoz, subsecretario de Gobierno con don Rafael Murillo Vidal, tuvo el visto bueno del gobernador y del presidente Luis Echeverría Álvarez para la candidatura a la jefatura del Poder Ejecutivo de Veracruz.
Es más, duró tres días, 72 horas, en la nominación.
Pero de pronto, el presidente del CEN del PRI, el tuxpeño Jesús Reyes Heroles, declaró al periodista Ángel Trinidad Ferreira: “Yo como veracruzano no he votado por Carbonell”.
Y la noticia fue publicada a ocho columnas en la portada del Excélsior de don Julio Scherer García y se le cayó.
Cayó Carbonell. Cayó Reyes Heroles.
Dos Césares, Murillo Vidal y Echeverría, descarrilados por otro César, Reyes Heroles.
SEIS. Fuera del pesebre
Lejos del pastor la vida pública significa tanto como inmolarse en la mesa de los sacrificios.
Luis Echeverría Álvarez, por ejemplo, en la mayor parte de su carrera burocrática aprendió a callarse y nunca hablaba. Ni se expresaba. Estatua de piedra que parecía.
Y así llegó a la secretaría de Gobernación y en donde “fue de todo y sin medida” y era la hora de su revelación para convertirse en César.