Y con hijos. Y los hijos dejados a los abuelos.
Son “los condenados de la tierra”. Se van del pueblo a la aventura norteamericana por una sola razón de peso y con peso.

PASAMANOS: Una, el desempleo. Dos, el subempleo. Tres, los pichurrientos salarios de hambre.
Y cuatro, la chamba sin las prestaciones económicas, médicas y sociales establecidas en la Ley Federal del Trabajo.
Entre otras cositas, sin el derecho al Seguro Social ni al Infonavit ni a crear antigüedad laboral.
Un joven, de 24 años de edad, fue el último que partió a EU esta semana.
Caray, era jefe de una cuadrilla en empresa refresquera y andaba en automóvil levantando pedidos y de pronto renunció camino al país vecino y soñando con un salario digno para alcanzar (ojalá) una vida vivible.

CORREDORES: En la región de Jamapa y Medellín andan con el “Jesús” en la boca. Cada noche, la familia (la esposa y los hijos y los padres) rezando por la pareja, el hijo, la hija, que partieron a buscar el itacate y la torta en la nación más poderosa del mundo.
Y en el pueblo, cada vez más hogares sin la madre y el padre. Sin un hermano. Un tío. Un primo.
Es Veracruz. El Veracruz que refiere la secretaría de Trabajo federal y el Seguro Social incapaz de recuperar los miles y miles de empleos perdidos en el par de años de la pandemia.

BALCONES: El riesgo de que los hombres (y también las mujeres) encuentren por allá “a la media manzana” y reconstruyan sus vidas.
Y por añadidura, abandonen en el pueblo a la esposa con los hijos. Y a los padres ancianos.
Ni hablar, la soledad suele originar los más duros estragos. Más, cuando se llevan uno, dos, tres años en el otro lado sin volver al pueblo para evitar el riesgo de que el regreso se dificulte.

PASILLOS: Así, igual, igualito, fue en el siglo pasado. Y es en el siglo XXI.
Y nada posibilita que la vida pueda cambiar y enaltecerse con dignidad para las familias integradas con ciudadanos de a pie que viven todos los días con sencillez.
Y, claro, agarrándose a trompadas con los días para mantenerse en la chambita de quinto y sexto y séptimo nivel laboral.
En el aviso económico del periódico ofertas de empleos como por ejemplo, ayudantes de mecánicos, fontaneros, pintores, electricistas, lavaplatos, choferes, veladores y vendedores de volovanes en la parada del camión.
Entonces, millón de veces preferible tomar camino a la frontera norte esperando un milagro para ingresar a EU.

VENTANAS: Las familias de los migrantes quedan “con el alma en un hilo”.
Más, cuando se está consciente de las tropelías de “los polleros”. Y de los carteles y cartelitos.
Y de la policía migratoria del país vecino. Y de la feroz persecución policiaca para detectar a los indocumentados sin papeles.
Y la búsqueda frenética de un empleo por ahí y de lo que se pueda porque en el pueblo la familia espera las remesitas.
A todas leguas, una tribu gobernante incapaz de animar y reanimar la creación de empleos en las regiones indígenas, campesinas, suburbanas y urbanas.