Manuel Camacho Solís tenía años y años y años de amistad con Carlos Salinas de Gortari y lo dejó fuera de la contienda presidencial.
En el caso de los tres, porque eran figuras notables, pero... cometieron el mismo error que Marcelo Ebrad Casaubón: Nunca operaron lo suficiente para ganar la confianza del presidente de la república en turno.
En el caso de Ebrard, nunca pudo cuajar en las neuronas, el corazón y el hígado de Andrés Manuel López Obrador.
Tampoco en las neuronas, el corazón y el hígado de su segunda esposa.
Ni tampoco en las neuronas, el corazón y el hígado de sus tres hijos mayores.
Derrotado por Luis Donaldo Colosio Murrieta en las neuronas de Carlos Salinas, Manuel Camacho le pidió una audiencia.
En el desayuno le preguntó las razones por las cuales lo excluyera de la candidatura presidencial.
Una, le dijo Salinas, porque te aliaste con mis enemigos, entre otros, Cuauhtémoc Cárdenas.
Y dos, porque eres un político tan inteligente... que se burla de mi gabinete legal y ampliado.
Además, y como en el caso de Ebrard, y de los otros, por más y más inteligencia incandescente...
Talento...
Fogueo en la administración pública...
Fogueo en el palenque político...
Experiencias y vivencias...
Ebrard nunca entendió, comprendió, asimiló que “en el país de un solo hombre”, el presidente de la república hace y deshace.
Y a su antojo.
Sin rendir cuentas a nadie.
Más todavía porque Ebrard creyó que AMLO tenía una deuda histórica con él cuando declinara a la candidatura presidencial para dejarle libre el camino.
Más cuando a cada rato alardeaba una amistad de más de treinta años.
Más cuando y como ahora existe un presidente tan poderoso como AMLO y de quien se afirma que es y ha sido más poderoso, vaya, que Benito Juárez García y Francisco Ignacio Madero.
Ebrard, incluso, desdeñó la frasecita bíblica de Porfirio Díaz Mori:
“El presidente da y quita”.
Es el jefe máximo.
El tlatoani.
El gurú.
El chamán.
Calculador, frío, Ebrard creyó que con su inteligencia podía quedarse con el premio mayor de la Lotería Nacional.
Pero, digamos, solo digamos, le faltó la habilidad de Claudia Sheinbaum Pardo para meterse en las neuronas, el corazón y el hígado del presidente y la familia presidencial.
Y fue el peor error de su vida política y pública.
Sabía y bien, muy bien, las reglas del juego.
Y creyó como José Vasconcelos Calderón que tenía la estrategia suficiente para transgredir las reglas.
Pero en “el país de un solo hombre” oponerse al presidente de la República y a su familia y a su primero y segundo círculo del poder es como intentar volcar de un puntapié el vagón de un ferrocarril.
Por eso, Ricardo Monreal Ávila, tan bragado que anduviera una parte del proceso partidista, terminó disciplinándose.
Mejor dicho, arrodillándose.

II (Maldición bíblica)
Derrotado, Ebrard tronó contra los compañeros de partido.
Primero, en contra de Mario Delgado, quien, por cierto, caray, fue su tesorero cuando fue jefe de Gobierno en la Ciudad de México.
Y segundo, contra Alfonso Durazo, el expriista y expanista gobernador de Sonora y a cargo de la elección partidista.
Dijo Ebrard: “Cada día se parecen más al PRI de antes. Qué tristeza”.
Al PRI y en donde también militaran Mario Delgado y Alfonso Durazo.
Y Ebrard, claro.
Que Ebrard regresaría al exilio dorado en París como en el sexenio de Enrique Peña Nieto.
Que Ebrard ya nada tiene que hacer en MORENA y por tanto renunciará al partido fundado por AMLO.
Que Ebrard sería, será, candidato independiente.
Que Ebrard cree, está seguro de ganar la contienda presidencial en las urnas y derrotar a Sheinbaum, mejor dicho, a AMLO, y a Xóchitl.
Que ¡”Marcelo, aguanta, el pueblo se levanta” como le dijo Xóchitl.
Todo es posible y los días y las noches esclarecerán las horas nubladas y torrenciales.
Bien echado pa’lante, José Vasconcelos creó el Partido Vasconcelista y fundó el periódico “El Vasconcelista” y se lanzó en peregrinaje mesiánico en el país seguro de derrotar al candidato de Plutarco Elías Calles y a Calles en las urnas.
Que ganó. Pero hubo fraude electoral.
Está canijo, muy canijo, derrotar a AMLO en las urnas con su favorita.
Uno:
Tiene más del sesenta por ciento de la preferencia electoral.
Dos:
Tiene de su lado a veintitrés gobernadores y lo que significa “oro molido” con el presupuesto estatal.
Tres:
Mantiene la lealtad y lealtad perruna de los mexicanos bendecidos con sus bequitas bimensuales.
Y cuatro:
Dispuesto a todo para ganar 2024.
Vaya:
El padre Adán comió de la manzana, el fruto prohibido en el paraíso, para parecerse a Dios y derrocarlo.
Pero fue lanzado del paraíso con todo y la madre Adán.
Luego, tuvieron tres hijos.
Entre ellos, Caín y Abel.
Y lleno de envidia y soberbia, Caín mató a Abel.
Maldición bíblica, pues.