Y en la peor inseguridad, incertidumbre, impunidad y zozobra de la vida.
Y en la pésima calidad educativa y de salud.
Y aun cuando los tricolores alardeen, ¡pobrecitos!, que ellos, ajá, crearon instituciones memorables y citables (el Seguro Social, el ISSSTE, PEMEX, la Comisión Federal de Electricidad, etecé), la interrogante obligada, inevitable, es una sola:
¿Para qué tantas cacayacas con la sucesión presidencial y de nueve gobernadores, entre ellos, Veracruz, para mediados del año entrante?

LUNES
Terrible desigualdad económica y social

En el siglo pasado, los sociólogos crearon el concepto de que los pobres son “carne de cañón” de las tribus gubernamentales.
Todavía ahora, claro.
Un país pródigo en recursos naturales, habitado por gente jodida en su mayoría.
La migración a Estados Unidos, sobre todo, pero también a Canadá y Europa, como única posibilidad para enaltecer la vida y la calidad de vida en casa con los hijos, la esposa y los padres ancianos.
Los ricos, cada vez más ricos. Y los pobres, más pobres.
El país, con la más terrible y espantosa desigualdad económica, social, educativa, de salud, de seguridad, procuración de justicia y desarrollo humano.
Gente, incluso, dispuesta “a vender su alma al diablo” de los carteles y cartelitos, sicarios y pistoleros, para llevar el itacate y la torta a casa, entendidos de que en un fuego cruzado pueden morir.
Pero peor, mucho peor, es cruzarse de brazos y mirar las estrellas, cielo y la noche soñando con la utopía social.

MARTES
Vendedoras de ilusiones

En los partidos políticos, los suspirantes a las candidaturas de elección popular en una pelea estelar como si jugaran campeonato de box.
Pero en realidad una batalla singular para adueñarse del poder en el próximo sexenio.
Antonio López de Santa Anna, tres veces gobernador de Veracruz y onceavo presidente de la república, lo definió con frase memorable y citable: “El hombre es nada. El poder es todo”.
El poder político, sinónimo de poder económico y poder social.
Militen en el partido que militen.
Ellos son los únicos beneficiados cada sexenio.
Ellos, y las familias, los amigos, los compadres, los socios, los aliados y los cómplices.
Un sexenio basta, por ejemplo, para enriquecerse.
Así fue en el pasado y se reproduce hoy.
Y dado el resultado social desde la guerra de Independencia en el año 1800, ni modo que el grueso de la población crea con fe y esperanza en los políticos.
Las elites públicas, vendedoras de ilusiones.
Los espejitos que Hernán Cortés obsequió a los indígenas a cambio del oro y de las veinte doncellas que cada cacique regional iba regalando a los conquistadores.

MIÉRCOLES
Empleo y seguridad

Con tanta gente en la miseria, la pobreza y la jodidez, ¿hemos de creer, existen razones de peso y con peso, para creer que con Marcelo Ebrard, Claudia Sheinbaum Pardo, Xóchitl Gálvez, Rocío Norma Nahle García y Sergio Gutiérrez Luna, mejorará la calidad de vida del grueso de la población?
¿Convencen los resultados sociales que cada uno de ellos ha logrado en su vida públicos para los jodidos?
Serán ellos eficaces a los jefes tribales en turno.
Pero la gente que vive con sencillez y limitaciones necesita de empleo digno y seguridad en la vida y en los pocos bienes poseídos.
Como, por ejemplo, aquella señora del pueblo viuda y con hijos pobres, pobrísimos, y a quien robaron siete mil pesos que tenía en su casa para componer el techo que en con las lluvias gotea y la casa parece una alberca.
Y/o aquellos hermanos hijos de madre y pobre humilde, muy humilde, y quienes tienen los siguientes trabajos:
Una hermana vende buñuelos de casa en casa. Otra hermana tamales. Otra hermana es trabajadora doméstica. Otra hermana lava ropa y plancha ropa ajena.
Un hermano es carpintero y le cae trabajo allá de vez en vez. Y otro hermano es velador.
Pobres fueron los abuelos. Pobres los padres. Pobres los hijos.
Son “los condenados de la tierra” escribiría Franz Fanon. “Los olvidados de Dios” diría Luis Buñuel. Los excluidos expresaría Oscar Lewis.
¿Tendrá ellos fundadas esperanzas, razones de peso, para creer que con Ebrard, Sheinbaum, Xóchitl. Nahle y Gutiérrez sus vidas serán enaltecidas para vivir con dignidad, simplemente, con dignidad?

JUEVES
Igual de jodidos…

Allá las tribus políticas y su primero, segundo, tercero y cuarto círculo del poder se repartan el botín.
En Veracruz, por ejemplo, un total de 79 (setenta y nueve) gobernadores han ocupado la silla embrujada del principal palacio de gobierno de Xalapa.
Cada uno ofreciendo en campaña electoral el paraíso a los jodidos a cambio del voto para ganar en las urnas.
Y una vez investidos, seis años por delante para cumplir la utopía.
Y hacia el final del sexenio, los jodidos han seguido (y están) igual de jodidos.
Un gobernador tras otro tras otro tras otro tras otro, igual que un presidente de la república.
Y en todos los casos, el desencanto, la decepción y la frustración social.
Nada, entonces, posibilita que ahora con la nueva sucesión presidencial y de gobernador la vida pudiera mejorar.

VIERNES
Políticos exhibidos

La eficacia de un grupo gobernante se calibra, entre otras cositas, y más allá del respeto a la Constitución Política y a los derechos humanos, por el número de pobres y ricos.
La gente en la miseria y la gente en la riqueza.
El número de jodidos y el número de riquillos.
El porcentaje de la gente en el infierno económico y social y el porcentaje en el paraíso terrenal.
El número de gente que cada sexenio, alardean los políticos, sacaron de la pobreza y el número de gente enriquecidos a la sombra del poder.
El número de analfabetas que no saben leer ni escribir y el número de personas estudiando en universidades, institutos y tecnológicos extranjeros.
Por desventura, el saldo exhibe en el palenque público a las generaciones políticas en el poder.
¡Tantos muertos en la Independencia, la Reforma, la Revolución y la Dictadura Perfecta para que el 60 por ciento de la población siga viviendo a la quinta y sexta y séptima pregunta!
La sentencia bíblica de que pobre naces, pobre vives y pobre mueres en su más alto decibel.
Y en ningún porque se trate de un fatalismo, sino porque el buen gobierno ha de enaltecer y dignificar la vida colectiva.