Enfermos de Alzheimer
**Uno pobre y otro rico
**Desigualdad social
UNO. Un enfermo de Alzheimer pobre
La terrible y espantosa desigualdad económica y social es así en un Veracruz donde seis de cada diez habitantes viven en la miseria, la pobreza y la jodidez. Por ejemplo, un par de enfermos de Alzheimer.
El primero es un campesino de unos sesenta y cinco años de edad.
Luis Velázquez
Desde hace cuatro años padece el mal neurológico, aquel que origina el cortocircuito de las neuronas y se pierde la memoria mediata e inmediata y se lleva una vida vegetativa.
De hecho y derecho, una muerte en vida.
El campesino tiene par de hijos. Los dos, campesinos. Los dos casados. Y sus hijos andan por ahí arañándose con la vida en subempleos.
DOS. ¡Vaya inframundo!
Entonces, y como a veces con el Alzheimer se tienen ratitos de lucidez, el campesino suele buscar la puerta principal de la casa para escapar.
Y por eso mismo, la puerta principal siempre está cerrada con llave y la llave escondida por ahí.
Con todo, en el día el campesino permanece amarrado con una reata a una sillita de madera para que esté quieto.
El desayuno y la comida se lo da una nuera en la boca, pues entre ellas se van turnando. Una semana con una. Otra semana con la otra, digamos, para sobrellevar la vida.
Solidarios que son los hermanos. Conscientes, claro, de los estragos del Alzheimer.
Y lo peor, y dada la jodidez de los hijos, el campesino sin medicinas. Por ahí, quizá, remedios caseros y que de poco, de nada mejor dicho, sirven.
TRES. Con Alzheimer y rico
El segundo enfermo de Alzheimer es un hombre de unos setenta años. Tres años que lleva en la etapa final.
Fue un hombre pudiente. Rico. Riquillo dirían en el pueblo. Cuatro gasolinas y par de hoteles su patrimonio, atendido ahora por tres hijos. Una mujer y dos hombres.
CUATRO. 4 enfermos a cargo
Y como los tres hijos trabajan y también las parejas, y los nietos egresados de universidad privada andan regados en el país y en el extranjero construyendo su futuro, los hijos tuvieron acuerdo singular:
El padre con Alzheimer es atendido por cuatro enfermos.
En el día, una mujer y un hombre. Y en la noche, otra mujer y otro hombre.
Ellos se encargan de la alimentación del señor. Y del aseo. Y de que tome las medicinas en la hora señalada por el médico especialista.
CINCO. Vida gratificante
Todos los días, uno de los enfermos saca a pasear en la camioneta al señor. Y le da vueltas en la ciudad, digamos, para distraerse. Bien bañadito. Y con ropita limpia.
Casi casi como si los hijos del señor pudiente tuvieran un hospital privado en casa.
Y, claro, nada le falta. ¡Y qué bueno y bendito el Ser Superior que la vida les ha sido gratificante!
Más porque con el cuarteto de enfermos, los hijos pueden chambear duro y tupido en los negocios.
Y como lo tienen en la casa paterna, entonces, les dan su vueltecita.
SEIS. Rico naces. Rico vives. Rico morirás…
Desde luego, también tienen par de cocineras para atender al enfermo y al par de enfermeros en el turno de día.
En la noche, cada enfermero lleva su itacate por si tiene hambre y tienen acceso libre a la cocina para calentar su comidita y prepararse un cafecito.
“¡La vida es así y qué le vamos a hacer!”.
La sentencia bíblica es inapelable: Pobre naces. Pobre vives. Pobre morirás. Rico naces. Rico vives. Y rico morirás.
Palabra de Dios.