Historias íntimas
**Poder político
**Placer erótico
UNO. Historias íntimas de políticos
Uno que otro reportero festina contando historias sexuales de las tribus gobernantes de la 4T en Veracruz.
Pero... bueno, primero, y en todo caso, y sin caer en una moralina, se trata de la vida privada de gente pública y ha de respetarse.
Luis Velázquez
Incluso, respetarse, así trafiquen influencias, relaciones y contactos, entre otras cositas, para hacer negocitos.
Vaya, hasta si de por medio un político embaraza a una política. Y el político es casado, caray.
DOS. El encanto del poder
En segundo lugar, nada nuevo bajo el sol.
José Vasconcelos Calderón, filósofo filoso, político, ministro de Educación con el presidente Álvaro Obregón, cuenta en su autobiografía que Venustiano Carranza, Pancho Villa y Emiliano Zapata, solían expropiar haciendas y latifundios en nombre de la Revolución y los regalaban a sus amadas amantes.
Vaya, hasta la relación homosexual ha alcanzando niveles insospechados entre políticos, digamos, de cara a la historia, como el caso del único yerno del dictador Porfirio Díaz Mori, y al que enloquecían los efebos.
Entonces, ni hablar, se trata de una parte, un complemento, del ejercicio y el encanto del poder.
TRES. Sexenio promiscuo
En el siglo pasado, la fama pública de que un sexenio priista fue denominado el sexenio de la promiscuidad porque la moda era “todos contra todos”.
Y, claro, todos, enriqueciéndose a la sombra del poder público.
Famosa aquella chica que dos veces a la semana vestida de rojo con un vestuario pegadito pegadito tipo María Victoria solía llegar a las seis de la tarde en punto dos veces a la semana al palacio para una audiencia con el jefe de jefes.
CUATRO. El góber precioso
Memorable y citable aquel góber precioso avasallado por la pasión descarrilada con la amante y a la que creara una dirección en el gobierno estatal.
Más memorables las serenatas que Irma Serrano, La Tigresa, solía llevar a Gustavo Díaz Ordaz a Los Pinos, la casa presidencial, en el día de su cumpleaños y terminara como Senadora de la República.
Y la secretaria aquella que en fiesta septembrina solía llegar al Palacio Federal vestidita de bandera nacional porque así deseaba su presidente.
CINCO. Poder político y placer erótico
Algún día los hechos amorosos en el sexenio de la 4T en Veracruz trascenderán en el palenque público y hasta cuentos, novelas, historias, podrán escribirse.
Pero, se insiste, son normales y propios en el poder.
Diríase que son una característica. La conjunción poder político y placer sexual.
Fue el caso, entre tantos otros, de Cleopatra, la faraona de Egipto, metiéndose en el tálamo con los emperadores Julio César y Marco Antonio.
Y el caso de Herodes con su chiquilla fascinante, Salomé, quien le solía bailar en las noches del palacio “La danza del vientre”, y, claro, con mayor intensidad volcánica que Shakira.
SEIS. Ejército de efebos
Modelos universales desde Alejandro El Magno con sus efebos conquistando el mundo hasta el Cacique Gordo de Cempoala con sus cincuenta chamaquitos.
Y ni se diga el padre Marcial Maciel con su ejército de niños del semanario para su sevicia, a tal grado que par de Sumos Pontífices, Juan Pablo II y Benedicto XVI, lo perdonaron y enviaron a un monasterio para purificarse en la soledad en vez de someterse a juicio penal ante tantas denuncias.
Si Antonio López de Santa Anna decía que “el hombre es nada y el poder es todo”, entonces el poder público sin el placer erótico resulta inseparable.
Lo decía Javier Duarte: “Apenas fui gobernador… me volví sexy”.