La Pequeña Lulú
**Charlie y sus amigos
**Grandes lecturas
UNO. Educación en deuda
Mucho, demasiado, debe la educación a las historietas semanales en el siglo pasado y en donde la mitad de niños del país y casi casi la otra mitad aprendieron a leer y escribir... por encima de la enseñanza en el salón de clases a cargo de los profes.
Luis Velázquez
Superman, Batman y Robin, la Batichica, La Pequeña Lulú, Charly y sus amigos, El Llanero Solitario, Memín Pinguín, Rarotonga, Chanoc, El Hombre Araña y El Santo, el Enmascarado de Plata, fueron (y son en muchos casos) el ABC (maravilloso, fascinante y mágico) para aprender a leer.
DOS. Ritual cada semana
Cada fin de semana, cuando la mayoría de historietas aparecían y eran exhibidas en el estanquillo de la esquina, los niños y adolescentes y hasta jóvenes llegaban acompañados de sus padres para la compra cotidiana.
Hubo padres de familia que luego de la compra de un montón de historietas se iban con los niños a desayunar en la fonda del mercado y/o del restaurante de la esquina donde tan importante era la lectura como el choco milk y la malteada y sabrosísimas picadas y gorditas.
TRES. Libros de texto gratuito
Tan importante se volvieron para el aprendizaje que de pronto, los mismos profesores las citaban y recomendaban a los niños.
Y hasta las dejaban de tarea.
Más cuando trascendió que hacia los últimos años de su vida, el poeta Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura, leía “La Pequeña Lulú” y miraba la serie televisiva de Los Simpson para distraerse.
Y cuando, además, en la República Dominicana declararon la historieta de Mimí Pinguín como libro de texto obligatorio.
CUATRO. La profe y Kalimán
En el filme “El último vagón” donde una sencilla y modesta profesora aldeana suele enseñar en un vagón del ferrocarril a los niños, la maestra tiene la colección completa de Kalimán y siempre se los presta a los niños de los primeros años para su lectura y deleite.
Y deja clara la efectividad de Kalimán para que los niños aprendieran a leer.
Todavía hoy, una que otra historieta del siglo pasado siguen publicándose, entre otras, Superman, Batman, El Hombre Araña y Memín Pinguín.
Y a tono con su tiempo, el siglo XXI, hay nuevas heroínas y héroes adueñados de la imaginación infantil y adolescente y generando el mismo efecto pedagógico para aprender a leer.
CINCO. Narrar historias
Así, por ejemplo, debieran elaborarse los libros de texto de historia, literatura y geografía en vez de atiborrar a los niños de fechas históricas, nombres de los héroes con sus batallas ganadas, número de muertos, las proezas logradas en la vida, etcétera, y que únicamente aburren a los menores.
Pero como la ideología suele atravesarse en los libros de texto, los niños aprenden a odiar la historia, la literatura y la geografía gracias a los profesores quienes suelen premiar a los educandos con memoria privilegiada.
SEIS. Infancia dichosa
Aquellas historietas están elaboradas con la dinámica narrativa de la Biblia, considerada, además de libro sacrosanto, el mejor libro de crónicas y reportajes escrito en la historia de la humanidad, pues cada página está contada como un relato, una historia a desarrollar, con personajes humanos y con sentimientos encontrados como suele tener cada persona.
Además, muchísimo ayudaron a tener una infancia alegre y feliz soñando con aquellos personajes (imaginarios) y que entonces se creían reales de carne y hueso y con vida propia habitando por ahí mundos inaccesibles para el común de los mortales.