y fue su paraíso terrenal…

ROMPEOLAS: Su padre una figura mítica que telegrafista andaba de pueblo en pueblo en Colombia, a Gabriel García Márquez los abuelos le llenaron la vida de fantasías… La abuela, contándole historias del pueblo, muchas inverosímiles, insólitas, radiantes… Y el abuelo, contando la historia de su tiempo como coronel y general en el ejército… Tiempo, caray, cuando perdiera todas las batallas, pero en cambio pudo procrear diecisiete hijos en los pueblos donde anduvo… Y fue allí donde germinó “Cien años de soledad”, su novela cumbre, además, claro, del resto…

ARRECIFES: Mario Vargas Llosa conoció a su padre hacia los diez, doce años… Entonces, lo internó en una escuela militar y en donde desarrolló su vocación literaria… Por ejemplo, escribiendo las cartas de amor a las novias de los compañeros cadetes… Octavio Paz y Lozano, hijo de un padre alcohólico y nieto de un abuelo que participara en la revolución al lado del general Emiliano Zapata, tuvo la biblioteca del abuelo a sus órdenes… Más de cinco mil libros para leerse y estudiarse… A los cinco años de edad, Carlos Monsiváis Aceves sabía leer y escribir… Y a los nueve años, había leído la Bíblia, el Viejo y el Nuevo Testamento “al derecho y al revés”… Y recitaba páginas completas de memoria… Todo, debido a su madre quien lo indujera con amorosa discreción…

ESCOLLERAS: Hija del dictador de Egipto, Cleopatra descubrió su paraíso terrenal en la Biblioteca de Alejandría, la más completa y la más famosa… Todos los días llegaba antes de que la abrieran y se retirada en la noche unos minutos después de que la cerraran… Leyendo, estudiando y anotando cositas… Exiliado en un pueblo donde nadie, y para su fortuna, nadie lo conocía, Lenin, el gran ideólogo y dirigente ruso, se encerraba en la biblioteca del pueblo en la mañana y en la tarde a leer y escribir… Siempre vestidito con ropita y sencilla y modesta y una gorrita para cubrirse la calva…

PLAZOLETA: El paraíso perdido del escritor ruso, Antón Chéjov, fue la finca rural de León Tolstói, su amigo, y en donde con frecuencia lo recibía para platicar de literatura y política y religión orientando el contenido de su narrativa… Vaya, el paraíso perdido de José Stalin (veinte, veintiocho millones de rusos asesinados en su tiempo) fueron los libros que Lenin leía y como nunca quiso guardarlos para integrar una biblioteca en su casa, se los obsequiaba a Stalin, su preferido por encima de León Trotsky…

PALMERAS: El paraíso terrenal de John Reed, el famoso reportero que cubriera la Revolución mexicana al lado de Pancho Villa y la revolución rusa al lado de Lenin, fue en el barrio de Greenwich Village, donde su amante, la esposa de un banquero, le alquiló una casa con dos pisos… La parte baja, para la tertulia con los amigos escritores, periodistas y activistas sociales… Y la parte alta, una inmensa recámara como el tálamo de ellos dos… Y en donde Reed se encerraba a escribir después del sexo intenso y volcánico…