El presidente Valentín Gómez Farías se arrodilló delante de los evangelios para juramentar por la Constitución Política con sus reformas.

PASAMANOS: Ignacio Comonfort juró en nombre de Dios y como presidente de la república defender la Constitución.
Incluso, cuando rindiera protesta como jefe del Poder Ejecutivo federal se arrodilló ante un crucifijo.
Y le dio un besito al Cristo tendido en la cruz de madera.
Benito Juárez como gobernador de Oaxaca juró en nombre de Dios y los Evangelios defender la iglesia católica y la religión.
Es más, presidente de la república, Juárez casó a sus tres hijas por la iglesia y las tres hijas y su esposa comulgaron.

CORREDORES: AMLO, como se recuerda, ha expropiado tres mandamientos a la iglesia para darles sentido político y cuajar más, mucho más, en las neuronas y el corazón y hasta el hígado de una población católica en su mayoría.
“Amaos los unos a los otros”. “No robar”. “No matar”.
En contraparte, mantiene una lejanía con las tribus eclesiásticas de la iglesia católica, pero ha dado mucho, demasiado, excesivo juego a los cristianos y protestantes.
Quizá para estar a la altura de Benito Juárez cuando en 1857 y desde el puerto de Veracruz expidiera las Leyes de Reforma.

BALCONES: Porfirio Díaz Mori permaneció 35 (treinta y cinco) años en el poder dictatorial según cuenta el historiador Carlos Pereyra en el libro “México falsificado”, tomos dos.
Y dio un giro en la relación con la iglesia.
Pero cuando Venustiano Carranza asumiera el poder, el barbón presidente de Cuatro Ciénegas expulsó a once sacerdotes extranjeros.
Y cerró iglesias.
Y prohibió la libertad de cultos.
Vaya, prohibió la confesión.
Y de ñapa, lo estableció en el discurso oficial:
“El enemigo del progreso es el clero corrompido” dijo.

PASILLOS: En 1814, José María Morelos, el Siervo de la Nación (como ahora los obradoristas) promulgó la Constitución y declaró a la religión católica como la única a profesarse.
En 1820, Agustín de Iturbide proclamó el Plan de Iguala y de igual modo declaró a la religión católica como la única.
Pero el Congreso Constituyente, hacia 1855, abrió la puerta y las ventanas de la casa nacional a la libertad de cultos.
Y la competencia religiosa se volvió feroz, dura, implacable, para adueñarse de las neuronas, el corazón, el hígado y la voluntad de la población.

VENTANAS: ¡Ay, tiempos cuando en la Conquista, la iglesia católica era tan poderosa y rica que hasta prestaba dinero, cierto, a los feligreses!
Pero también a los políticos, mejor dicho, al gobierno establecido de los virreyes.
Por eso y con todo que Benito Juárez era tan católico en la presidencia de la república solo le restó continuar la fuerza telúrica de sus antecesores para separar el Estado de la Iglesia.
Y promulgar la ley de nacionalización de bienes eclesiásticos… con todo y que los bienes expropiados tuvieron el destino fatídico de la corrupción política.
AMLO, desde “La mañanera” cobijado en los Mandamientos para adueñarse de las neuronas y los corazones y los hígados de la población civil.